El pensamiento funge como productor, o promotor de ideas y formas de conducta, es por naturaleza diverso y es el que traza la dirección por donde se encamina el ánimo, el don de la voluntad humana. Es la razón, la intangible causa que nos da las dotes de otras tantas propiedades humanas como el dicernimento, la reflexión, la interiorización y el propio ahondamiento. Es por tanto que el mundo de los sentidos es una parte complementaria del espectro cognitivo del ser racional. El mundo empírico está estructurado para la evolución del hombre, para su idóneo desarrollo, intelectual físico y otros más, no sin menos importancia. El mundo esta hecho a base de ideas, o sea que la idea es motor, es hálito que impulsa la obra de la creación humana, de la producción material. Es la estructura lógica- matemática del cosmos la que da la posibilidad de conocer en gran parte. Es la inteligibilidad del mundo la que le abre las puertas al hombre para acceder al objeto, a lo que en apariencia no es él. Pensar es tomar de la realidad impresiones y dar imágenes, reproducirlas lo más parecido posible a las originales, en la mente, o en su defecto tomar las “imágenes primeras” y generar algo diferente, novedoso. Se da entonces a primera instancia la abstracción, formándose una imagen, un fantasma en nuestra mente, llegando así al juicio, luego conseguimos una sentencia. Juzgamos sobre el campo objetivo, y si sentenciamos verdad o falsedad es porque pronunciamos, emitimos con voz, ánimo y pensamiento nuestra idea sobre el objeto de conocimiento, sobre la realidad toda, o hasta donde alcanzamos a captar del espectro del campo de la objetividad.
El lenguaje es un instrumento del hombre y no al contrario. Por esa razón el hombre crea el lenguaje, le da forma, le da sentido fondo y causa. Las letras y la palabras se dan desde los conceptos. El concepto se da al abstraer la imagen y de lo conceptos se dan lo juicios hasta llegar a parar en el razonamiento, buscando ya un conocimiento. El proceso de comunicación humana es desde el conocer hasta el emitir y aportar, ya sea lo mismo (juicio analítico) o algo nuevo (juicio sintético). Cabe, hacer una diferenciación entre el proceso psicológico de la persona y la actividad mental que se llama ya pensamiento lógico, a saber; la actividad mental del pensamiento lógico es posterior al proceso psicológico. Así nosotros, en cuantos seres pensantes abordamos la realidad mediante un mecanismo perceptivo que intenta vibrar al unísono con la realidad, captar su neta intelegebilidad, corresponder exactamente a lo captado. Pensar es para el hombre algo inevitable. La naturaleza de la mente todavía resulta un poco misteriosa para el ser racional, para aquel que tiene la capacidad de la metaconciencia (la capacidad de la conciencia para reflexionar sobre sí misma).
Los pensamientos no se participan, mejor dicho no participamos nuestros pensamientos, son entonces del individuo, porque responden a su particularidad. El hombre elabora su pensamiento, acorde a sus impresiones sensibles dando así paso a un conocimiento sobre la objetividad del mundo externo. Pero es en el interior donde se da el paso de acceso al mundo cognoscible. Las formas individuo, entiéndase su mundo interior, son el carácter que le da tanto inconciente como concientemente, cierto impulso para adentrase al espectro de su no-yo cognitivo, dígase ahora el objeto de conocimiento. Pensamos lo externo, y podemos tomar sensiblemente el conjunto de formas que no se limita ya a lo material se eleva ahora a lo espiritual esbozando un entorno de ideas que trasciende los limites de los sentidos. Nuestras actitudes son parte del corte de nuestros pensamientos, que luego desembocan en emociones. Así, el sistema de percepción humana es vasto, es harto emocional, mental, físico, trascendente, y otros tantos. Por esta razón es evidente que nuestro acceso se torna efectivo al concientizar acerca de las facultades inherentes a nuestra especie, pero más aun sobre nuestras potencias, sobre las netas posibilidades de conocer.
Un logro grande en todo ser viviente es ya preguntarse así mismo qué puedo saber, qué me cabe esperar, qué puedo hacer y no se diga ya qué es el hombre. La filosofía, ya lo había sentenciado Kant, versa medularmente sobre éstas cuestiones. El sujeto humano puede ir desde lo cercano, hasta lo lejano, desde lo evidente, hasta la especulación más compleja y propia. La ciencia se erige de descubrimientos, de hallazgos sobre las leyes del universo, o por lo menos de las que captamos a “ciencia cierta”. El punto de acceso al saber se encuentra en el método, en la disponibilidad de nuestros instrumentos, sean naturales o artificiales.
La lógica guarda una relación de sumo intima con el ejercicio integrativo entre los fenómenos del cosmos. Nosotros buscamos, que las cosas tengan causa y efecto, una fuerza motora o causa eficiente. Buscamos razones, explicaciones. Es una tendencia natural el afán de verdad, el ansia de saber, la docta ignorancia en sentido positivo. En el intercambio ideológico, emocional, mental meramente, está la permanencia de las ideas, de las tendencias, actitudes netas y convicciones más profundas. A fuerza de buscar, hayamos en aquellos y en nosotros, verdades contingentes, momentáneas, pero también, otras cuantas necesarias. Todo esto se encierra dentro del marco que nos señala tanto a la lógica, sea natural o científica, al acto de conocer, a la naturaleza de las cosas y al sujeto que percibe, como los elementos de un ejercicio que goza de una estructura idónea para su funcionamiento.
Si nos preguntamos qué es el pensamiento, tendríamos varias respuestas de primera mano. Lo cierto es que depende desde que óptica tratemos el tema, por ejemplo; la neurología no vería a los pensamientos igual que la psicología, o la lógica. Lo mejor, más simple y aunque resulte paradójico, más certero es atender el tema del pensamiento desde un entender holistico, completo. Se me ocurre aunar esta idea con la cultura misma, con una visón del hombre en sentido integral, total. El acto de pensar no se comprende igual para lo occidentales que para los orientales e igualmente, la lógica como ciencia nos se mira igual desde una cultura a otra. Hablamos ahora de sistemas, de métodos ideales y formas de apreciación en una misma realidad, en una unidad, o sea en un mismo campo objetivo. Nos queda claro que la filosofía como actitud hacia la vida no queda sometida a ninguna ciencia particular, por el contrario es no sólo por antonomasia madre de la ciencia sino por orden real impulso humano del avance de la conciencia.
Queda dicho entonces que el pensamiento y la lógica son cómplices en el mundo del sujeto, y la lógica es constructo del marco objetivo. Si bien la razón y lo cuadrado, lineal y numérico es sólo una parte del hombre y ciertamente integrativa, más que preponderante. Porque lo sensible, flexible, como la imaginario, la propia pasión, es del hombre como el hombre es de ella. Así resulta nítido que para estudiar la filosofía y cualquier ciencia en particular necesitamos comprender la cultura donde desarrollamos estas ideas. Menester es obviamente comprender lo que más se pueda al hombre y saber; que si bien el mundo guarda un margen lógico, ese margen lógico no es rígido sino sólo estructural, no es necesario, y por qué se dice esto?, porque las leyes del tiempo y el espacio que construyen este mundo son adecuadas para este mundo, pero no necesarias para otros más, por lo menos no exactamente, o tal cual. El individuo influye en su realidad en la medida que modifica las formas de apreciación que contiene su psique.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez
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