Τετάρτη 31 Οκτωβρίου 2007



Abrir comillas En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad. Cerrar comillas

SCHOPENHAUER, Arthur



Dhammapada las enseñanzas de Buddha



El siguiente poema proviene de las enseñanzas del Buddha. Si bien, él -Gautama- no escribió nunca algún tipo de texto, sus discípulos recopilaron ésta sabiduría y la trasladaron a un compendio de escritos. Éstos fueron titulados literalmente “las tres canastas”:




EL NECIO

¡Qué larga es la noche del centinela!

¡Qué largo el camino del viajero cansado!

¡Qué larga la circulación de las vidas

para el necio que pierde este camino!

Si el viajero no puede encontrar

maestro o amigo que lo acompañe,

mejor es que viaje solo

y no en la compañía de un necio.

“¡Esta es mi familia, mi fortuna!”

Así se complica la vida el necio.

¿Cómo va a ser dueño de familia y fortuna

si no es siquiera dueño de sí mismo?

El tonto que sabe que es un tonto

no tiene mucho de tonto;

mas el tonto que se cree sabio

realmente está perdido.

¿ Acaso la cuchara prueba la sopa ?

Un necio puede vivir toda la vida

en la compañía de un maestro

sin comprender jamás el camino

Pero si has despertado ante tu maestro,

en un instante captarás este camino

como la lengua capta el sabor de la sopa.

El necio es el peor enemigo de de sí mismo:

sus malas obras producen amargos frutos.

¿Qué caso tiene hacer cosas

de las has de arrepentirte luego?

no es necesario vivir con tantas lágrimas

Haz sólo aquello que te haga bien,

que te dé felicidad y no remordimientos

¡Cólmate de alegres recompensas!

Por un momento los errores del necio

parecen buenos y dulces como la miel,

pero al final rinden frutos amargos.

Ya puede el necio por meses ayunar,

comiendo con la punta de una hojita;

de poco le vale junto al maestro

cuyo alimento es el camino.

Porque las malas acciones

como la leche recién ordeñada,

no se echan a perder en un momento.

Su malicia permanece latente

como el fuego en las cenizas.

Todo lo que el tonto aprende

lo vuelve menos y menos brillante.

El conocimiento le parte la cabeza.

Mas de inmedianto quiere reconocimiento

quiere tener un lugar de privilegio,

quiere premios y sitios de honor.

“ Que todo el mundo sepa quién soy,

que me busquen para dar un buen consejo”.

Éstos son sus vanos deseos…

Éste su estúpido orgullo.

Un camino lleva a la riqueza y la fama,

el otro camino a la realización.

Ten esto en cuenta el desapego,

no los aplausos de los demás.

Τρίτη 30 Οκτωβρίου 2007

Lao Tse


“Solamente el que ha aprendido la dura lección de la humildad, de ser como las cosas son, con las cosas que no compite, a las que no se opone, ostenta la virtud que el permite convertirse en imán de toda criatura que busca la perfección.

El sabio abraza la unidad y en modelo del mundo se convierte. Sin mostrarse, por sí resplandece, sin imponerse, por sí se hace notar, sin elogiarse, por sí tiene mérito; sin elogiarse, por sí sobresale. Ya que nunca compite, nadie en el mundo contiende con él”.

Lao Tse




Δευτέρα 29 Οκτωβρίου 2007

Conversión del calendario gregoriano a la cuenta Maya de las 13 lunas de 28 días

LAS PREGUNTAS DE KANT (Síntesis)

El hombre se coloca a sí mismo como el objeto más digno de estudio. Pero, parece como sí no se atreviera a tratar éste objeto, su mismo fenómeno, como un todo. Así como a investigar su ser y sentido auténticos. El ser humano, racional y sensible, de igual forma en ocasiones emprende tal empresa de indagar en sí mismo, pero pronto se ve sometido, constreñido de sumo, exhausto, y aturdido por toda la problemática, el dolo, y la vicisitudes de ésta ocupación, la de cuestionar su existencia, su sentido, su por qué. Con lo dictado anteriormente el género humano todo, o el hombre en cuestión vuelve atrás su táctica con un carácter de resignación, tal vez, en ocasiones hasta de escepticismo. Retornando de sí, el ser humano se proyecta; “ya sea para estudiar todas las cosas del cielo y de la tierra, ya sea para considerar al hombre como dividido en secciones, cada una de las cuales podrá atender así de forma menos problemática y menos comprometedora”.

Malebrenche propuso una vez adentrarnos en el estudio del ser humano. Kant por su parte elabora cuatro cuestiones: ¿qué puedo saber? (Metafísica), ¿qué debo hacer? (Moral), ¿qué me cabe esperar? (Religión), ¿qué es el hombre? (Antropología). Kant menciona que “estas cuatro cuestiones o disciplinas se podrían reunir en la antropología porque las tres primeras revierten en la misma. De este modo la antropología filosófica o también llamada psicología racional, se dedica al estudio “concienzudo”, sistematizado, racional, del hombre. Los temas de prima importancia en esta disciplina son los siguientes: “el lugar especial que al hombre le corresponde en el cosmos, la comprensión de sus congéneres, su existencia como ser que sabe que ha de morir, su actitud de todos los encuentros ordinarios y extraordinarios, con el misterio que componen la trama de su vida”.

Heidegger defendió, que las preguntas de kant si bien esperan una respuesta determinada – posibilidad de conocer- también limitan el “conocer”, pues, suponen algo que no se puede conocer. El hombre se ve finito ante lo infinito. “Experimentamos constantemente lo que podemos saber, lo que debemos hacer y lo que nos cabe esperar y también es verdad que la filosofía contribuye al conocimiento de lo que experimentamos”.

La antropología filosófica misma puede proponerse como la tarea propia para el establecimiento de un fundamento metafísico o de las disciplinas de rigor filosófico. Una antropología filosófica legítima, valida ya, tiene que saber no sólo que existe un género humano sino también pueblos, diversidad cultural, apreciativa, perceptiva, no sólo el alma humana sino también caracteres, situaciones particulares en el hombre, circunstanciales. Así como también edades en la vida, periodos, ciclos, no sólo biológicos. Sólo abarcando, ahondando, sistemáticamente éstas y las demás discrepancias, sólo conociendo la dinámica, el ímpetu, que rige dentro de cada particularidad y entre ellas y sólo mostrando, desplegando constantemente la presencia de lo que nos compete como seres humanos, se podrá tener, ante los ojos la totalidad del hombre. El hombre transita por el estrecho sendero que lleva del nacimiento a la muerte, la dualidad existencial necesaria; prueba lo que nadie que no sea él puede probar; la lucha con el destino, la rebelión y la reconciliación y en ocasiones, cuando se junta por elección con otro ser humano, llega hasta experimentar con su propia sangre lo que pasa por los adentros del otro. De ésta manera, por su esencia, el conocimiento sobre el hombre en un sentido filosófico es en sí la reflexión sobre sí mismo.

Πέμπτη 25 Οκτωβρίου 2007

Siddhartha Gautama, Shakyamuni Buddha


LA ESENCIALIDAD EN EL LENGUAJE (SOBRE LA LECTURA DEL NOMBRAR Y LA NECESIDAD EN LA SEGUNDA CONFERENCIA DE KRIPKE)

LA ESENCIALIDAD EN EL LENGUAJE


Dentro de las diversas cuestiones que ha tratado la filosofía, es la filosofía de lenguaje, que se ha desarrollado considerablemente en el último siglo, la que aparece actualmente como la solución idónea para tantos conflictos, ya sea especializados como hasta ordinarios es decir; a nivel ciencia y también de orden habitual, cotidiano. Al ser la comunicación, el intercambio de sensaciones y pensamientos, la forma en que podemos conocernos más los hombres, y difundir así nuestro mundo interno, con las palabras, y específicamente en las oraciones, en las sentencias; donde se haya la verdad o falsedad que emitimos, o intentamos concretar, el lenguaje mismo se muestra como material digno de análisis, pues hay ya ahí una pauta para comprender qué estamos diciendo realmente o qué es lo queremos decir con suma precisión. Evidentemente la realidad o la filosofía no puede reducirse al lenguaje, o al análisis lingüístico únicamente. No obstante ésta rama de la filosofía que se ha mezclado con la lógica, con la matemática y con diversos términos semejantes a otras ciencias fácticas, es útil en ciertos sentidos para comprender, o definir los problemas que se le presentan al científico y al hombre que vive para satisfacer su necesidades primarias.

Difícilmente el vecino de Juan, que trabaja 8 horas diarias en una oficina gubernamental o de negocios privada, se cuestionará sobre la extensión y la definición de los términos, o tal vez sí pero no de forma rigurosa, metódica, aplicada. Hemos visto que los filósofos del lenguaje discuten sobre el uso de términos especiales para las distintas ciencias, incluyendo a la filosofía, y también en la vida del día a día. Sería complicado hablar con tanta “propiedad” para los seres humanos. De hecho las diversas lenguas del globo terráqueo, ciertamente se fueron forjando por medio de particularizaciones lingüísticas, o de sentido y hasta de significado entre las etnias y esto hasta de una misma región, o en su defecto de un territorio colindante. No sabemos todavía a ciencia exacta de dónde salieron tantas y tantas lenguas, ni cuál fue con precisión la fuerza que impulsó al hombre a comunicar sus ideas. Lo que sí es claro, es que la lengua, o las lenguas en sí, se mantienen, como cada cosa en el mundo sensible; en continuo cambio, y por ello los sentidos y significados tornan de cultura en cultura, de región en región, a menos y esto es una finalidad apoyada en lo que las cosas son, que las definiciones se basen en sus propiedades, en su esencialidad.

Kripke habla de la accidentalidad y de la esencialidad que envuelve a los nombres propios. Es obvio que si definimos algo mediante cuestiones que no le son propias, sino momentáneas o meramente accidentales, nuestras nociones de aquello serán limitadas, y en efecto, probablemente erróneas. De esta manera hace acto de presencia una filosofía de carácter analítico e inquisidor, planteando qué es un problema y qué no. Si en general, todo problema es una pregunta racionalmente fundamentada, los problemas son en esencia interrogantes, ya sea asiduas o espontáneas, que se dan en el ser racional para colmar de un conocimiento determinado sus o su incógnita, particular o común, objetiva o subjetiva respectivamente. Para resolver lo que una cosa es se utilaza la abstracción, la metafísica. Para delinear la reilación entre las causas y los efectos, la lógica.

La lengua proviene de raíces, de una cadena que se trasmite de eslabón en eslabón, donde el sujeto ya no puede saber de dónde nació tal término, o quién lo propuso. Los nombres tales vienen del pasado, distinto a nuestro presente diverso, a nuestra cultura cambiante, impermanente y a nuestra lengua igualmente perecedera o mutable por lo menos. La compresión y la calidad de empatía inteligible de un individuo a otro se gesta desde las emociones más básicas y naturales hasta los tecnicismos más novedosos y esotéricos, o vedados para el vulgo. Cierto es que la ley de la razón nos esconde ocasionalmente las herramientas básicas del entendimiento más propio de la especie, a saber; la disposición a buscar, a disolver la incógnita de nuestra propia existencia. Entonces siempre que deseamos respondernos algo nos tendemos hacia el exterior hacia el mundo, el cosmos formado de letras, de palabras, de sentencias vanas y otras cuantas doctas.

Nuestros sentidos están para ser canal de contacto con la multiplicidad, con todo lo que puedo captar. El intelecto me da lo conceptual, es aquí en lo conceptual donde se reduce la vasta realidad a definiciones, a cimientos de necesidad, de constitución sustancial. Solamente trasladándonos mas allá de la fronteras del ejercicio hermenéutico, llegaremos a tocar los contornos de la espíteme, del conocimiento estructural, de la lógica formativa, norma de las leyes de un mundo, del mundo que sentimos, vemos, tocamos, degustamos, escuchamos, pensamos y concientizamos expansivamente, es decir, la proyección trascendente, dígase un horizonte ilimitado de posibilidad, en la conciencia del sujeto.

Por éstas razones todo instrumento conceptual es factor que busca regir siempre la norma de esencialidad, de mera necesidad. Podemos nombrar a las cosas como se nos antoje, pero para saber lo que son hay que husmear entre escombros, entre ilusiones, impermanencias en el objeto. No hallamos tampoco, lo nítido, lo neto, en la misma interioridad mental, en la accidentalidad de la existencia del sujeto. Sino que, sólo desde lo interno, desde la interioridad emotiva, sensible, se accede al entendimiento que rebasa la palabras, las acotaciones, las definiciones. Porque para comprender algo hay que dar un vistazo en que parte del todo encaja dicha “parte”, sea un mera definición, o la cosa en sí, a la que se le otorgo un nombre como desglose de sus propiedades, o sea, un nombre propio.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez

EL SUJETO PENSANTE Y LA LÓGICA ESTRUCTURAL


El pensamiento funge como productor, o promotor de ideas y formas de conducta, es por naturaleza diverso y es el que traza la dirección por donde se encamina el ánimo, el don de la voluntad humana. Es la razón, la intangible causa que nos da las dotes de otras tantas propiedades humanas como el dicernimento, la reflexión, la interiorización y el propio ahondamiento. Es por tanto que el mundo de los sentidos es una parte complementaria del espectro cognitivo del ser racional. El mundo empírico está estructurado para la evolución del hombre, para su idóneo desarrollo, intelectual físico y otros más, no sin menos importancia. El mundo esta hecho a base de ideas, o sea que la idea es motor, es hálito que impulsa la obra de la creación humana, de la producción material. Es la estructura lógica- matemática del cosmos la que da la posibilidad de conocer en gran parte. Es la inteligibilidad del mundo la que le abre las puertas al hombre para acceder al objeto, a lo que en apariencia no es él. Pensar es tomar de la realidad impresiones y dar imágenes, reproducirlas lo más parecido posible a las originales, en la mente, o en su defecto tomar las “imágenes primeras” y generar algo diferente, novedoso. Se da entonces a primera instancia la abstracción, formándose una imagen, un fantasma en nuestra mente, llegando así al juicio, luego conseguimos una sentencia. Juzgamos sobre el campo objetivo, y si sentenciamos verdad o falsedad es porque pronunciamos, emitimos con voz, ánimo y pensamiento nuestra idea sobre el objeto de conocimiento, sobre la realidad toda, o hasta donde alcanzamos a captar del espectro del campo de la objetividad.

El lenguaje es un instrumento del hombre y no al contrario. Por esa razón el hombre crea el lenguaje, le da forma, le da sentido fondo y causa. Las letras y la palabras se dan desde los conceptos. El concepto se da al abstraer la imagen y de lo conceptos se dan lo juicios hasta llegar a parar en el razonamiento, buscando ya un conocimiento. El proceso de comunicación humana es desde el conocer hasta el emitir y aportar, ya sea lo mismo (juicio analítico) o algo nuevo (juicio sintético). Cabe, hacer una diferenciación entre el proceso psicológico de la persona y la actividad mental que se llama ya pensamiento lógico, a saber; la actividad mental del pensamiento lógico es posterior al proceso psicológico. Así nosotros, en cuantos seres pensantes abordamos la realidad mediante un mecanismo perceptivo que intenta vibrar al unísono con la realidad, captar su neta intelegebilidad, corresponder exactamente a lo captado. Pensar es para el hombre algo inevitable. La naturaleza de la mente todavía resulta un poco misteriosa para el ser racional, para aquel que tiene la capacidad de la metaconciencia (la capacidad de la conciencia para reflexionar sobre sí misma).

Los pensamientos no se participan, mejor dicho no participamos nuestros pensamientos, son entonces del individuo, porque responden a su particularidad. El hombre elabora su pensamiento, acorde a sus impresiones sensibles dando así paso a un conocimiento sobre la objetividad del mundo externo. Pero es en el interior donde se da el paso de acceso al mundo cognoscible. Las formas individuo, entiéndase su mundo interior, son el carácter que le da tanto inconciente como concientemente, cierto impulso para adentrase al espectro de su no-yo cognitivo, dígase ahora el objeto de conocimiento. Pensamos lo externo, y podemos tomar sensiblemente el conjunto de formas que no se limita ya a lo material se eleva ahora a lo espiritual esbozando un entorno de ideas que trasciende los limites de los sentidos. Nuestras actitudes son parte del corte de nuestros pensamientos, que luego desembocan en emociones. Así, el sistema de percepción humana es vasto, es harto emocional, mental, físico, trascendente, y otros tantos. Por esta razón es evidente que nuestro acceso se torna efectivo al concientizar acerca de las facultades inherentes a nuestra especie, pero más aun sobre nuestras potencias, sobre las netas posibilidades de conocer.

Un logro grande en todo ser viviente es ya preguntarse así mismo qué puedo saber, qué me cabe esperar, qué puedo hacer y no se diga ya qué es el hombre. La filosofía, ya lo había sentenciado Kant, versa medularmente sobre éstas cuestiones. El sujeto humano puede ir desde lo cercano, hasta lo lejano, desde lo evidente, hasta la especulación más compleja y propia. La ciencia se erige de descubrimientos, de hallazgos sobre las leyes del universo, o por lo menos de las que captamos a “ciencia cierta”. El punto de acceso al saber se encuentra en el método, en la disponibilidad de nuestros instrumentos, sean naturales o artificiales.

La lógica guarda una relación de sumo intima con el ejercicio integrativo entre los fenómenos del cosmos. Nosotros buscamos, que las cosas tengan causa y efecto, una fuerza motora o causa eficiente. Buscamos razones, explicaciones. Es una tendencia natural el afán de verdad, el ansia de saber, la docta ignorancia en sentido positivo. En el intercambio ideológico, emocional, mental meramente, está la permanencia de las ideas, de las tendencias, actitudes netas y convicciones más profundas. A fuerza de buscar, hayamos en aquellos y en nosotros, verdades contingentes, momentáneas, pero también, otras cuantas necesarias. Todo esto se encierra dentro del marco que nos señala tanto a la lógica, sea natural o científica, al acto de conocer, a la naturaleza de las cosas y al sujeto que percibe, como los elementos de un ejercicio que goza de una estructura idónea para su funcionamiento.

Si nos preguntamos qué es el pensamiento, tendríamos varias respuestas de primera mano. Lo cierto es que depende desde que óptica tratemos el tema, por ejemplo; la neurología no vería a los pensamientos igual que la psicología, o la lógica. Lo mejor, más simple y aunque resulte paradójico, más certero es atender el tema del pensamiento desde un entender holistico, completo. Se me ocurre aunar esta idea con la cultura misma, con una visón del hombre en sentido integral, total. El acto de pensar no se comprende igual para lo occidentales que para los orientales e igualmente, la lógica como ciencia nos se mira igual desde una cultura a otra. Hablamos ahora de sistemas, de métodos ideales y formas de apreciación en una misma realidad, en una unidad, o sea en un mismo campo objetivo. Nos queda claro que la filosofía como actitud hacia la vida no queda sometida a ninguna ciencia particular, por el contrario es no sólo por antonomasia madre de la ciencia sino por orden real impulso humano del avance de la conciencia.

Queda dicho entonces que el pensamiento y la lógica son cómplices en el mundo del sujeto, y la lógica es constructo del marco objetivo. Si bien la razón y lo cuadrado, lineal y numérico es sólo una parte del hombre y ciertamente integrativa, más que preponderante. Porque lo sensible, flexible, como la imaginario, la propia pasión, es del hombre como el hombre es de ella. Así resulta nítido que para estudiar la filosofía y cualquier ciencia en particular necesitamos comprender la cultura donde desarrollamos estas ideas. Menester es obviamente comprender lo que más se pueda al hombre y saber; que si bien el mundo guarda un margen lógico, ese margen lógico no es rígido sino sólo estructural, no es necesario, y por qué se dice esto?, porque las leyes del tiempo y el espacio que construyen este mundo son adecuadas para este mundo, pero no necesarias para otros más, por lo menos no exactamente, o tal cual. El individuo influye en su realidad en la medida que modifica las formas de apreciación que contiene su psique.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez

Saludos.

Hola, pues aunque no somos muchas personas mas que al administrador de este blog, Roberto Fernando Tarratz, pues agradezco el voto de confianza por invitarme al blog, esperemos que esta vez escribamos más no como el otro que quedo con imagenes y nada concreto, también que esta vez las cosas sean mas concretas, al igual que trabajar más en el proyecto programa de radio y que invitemos a personas a que participen con nosotros tanto con el blog como con el otro proyecto. Sin mas me despido esperando podamos lograr todos nuestros utópicos y nebulosos sueños. Paz Y Amor.

LUIS.

Τετάρτη 24 Οκτωβρίου 2007

ANÁLISIS A GROSSO MODO DEL MATERIALISMO HISTÓRICO

Sea como lo queramos abordar, cada hombre se sitúa de modo imprescindible dentro de un ámbito social determinado. De ahí qué el proceso histórico, previamente acaecido, nos de la pauta especifica o “norma activa”- si lo queremos ver así- para nuestro desenvolvimiento social. El individuo como ser social se coloca en estadios cronológicos. Hablando en este caso acerca de materialismo histórico; distingamos de primera instancia una definición próxima de modo de producción: Es la forma de cómo una sociedad históricamente determinada se organiza para satisfacer sus necesidades materiales mediante el trabajo. El trabajo y la naturaleza; Trabajar la naturaleza y en la naturaleza, no para ella sino para el hombre. Clasificando dos tipos de trabajo, social e histórico. El materialismo histórico es un desarrollo, un cotejo entre individuos de distintas clases, impuestas éstas, por el modo de producción.

El hombre define sus fuerzas productivas, las perfecciona. La técnica se perfecciona con la práctica y el tiempo. Así se desarrolla el hombre, moviéndose y gestando relaciones de producción. La fuerzas productivas y las relaciones de producción son la copula que esclárese el avance tecnológico y la mano del hombre en el mismo. Asimismo notamos que existe el antagonismo, pero este se “fenomenaliza”, es decir, se pone entre paréntesis para interactuar y plantear, acorde al sistema, las relaciones productivas. La propiedad de los medios de producción puede ser privada o social. Así nace el sentir del comunismo, buscar la equidad. Una armonía de voluntades en favor de un estado engendrado por la vox populi, por la verdadera voz del pueblo. Pero no sólo la voz, también la acción. Es ésta la filosofía de la praxis.

Dicen lo académicos; que todo análisis basado en el materialismo histórico parte de la idea del movimiento continuo.En éste sentido, la materia se basa en un proceso de mutabilidad, de impermanencia. Notamos, que la estructura económica de una sociedad se integrada por las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Entonces la mayor parte de los cambios sociales se engendran en alguno de estos elementos, o bien en ambos simultaneamente.

El manifiesto comunista en su capitulo dos propone: una formación meramente activa; derrocar a la lucha de clases. Distingue pues: Lucha económica, Lucha política y la Lucha ideológica. Por ésta razón modificar el esquema es tocar la superestructura, pues ésta se constituye a base de una esquematización. Se puede percibir así una radicalización, y la vuelta o propuesta al anarquismo (derrocar al gobierno y retorno a una especie de sociedad). Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros. Sino que mantienen la unión fraternal, la camaradería para con el obrero. Se trata de reivindicar, velar por el interés nacional y proletario, qué sólo existe mientas existen las clases, pues sino las hubiese, no habría proletariado como tal.

Los comunistas son la conciencia o guía que dirige a la prole (inconciente o ignorante de su situación social especifica). Un verdadero comunista es parte de un círculo intelectual, netamente intelectual, que busca desvanecer al ostentoso régimen. La prole -desprovista de conciencia social-, se haya divagante. El comunista ha tomado la conciencia de sí y de su rol en el ámbito social. De esta manera lucha por sus derechos, por los qué él cree que son sus derechos, y aboga en favor de la clase oprimida. Quiere por ésta instancia, construir un modo de producción donde la distribución sea común.

Sin ahondar en las distintas implicaciones, que derivan de esta concepción filosófica acerca del proceso histórico y de la realidad en sí, diremos que: el materialismo histórico en resumidas cuentas denota simplemente el proceso histórico como el resultado de la lucha de clases, siendo así la antítesis del idealismo alemán, específicamente de Hegel; con su principio racional, el absoluto, el espíritu universal. Si bien se le puede reprochar en demasía al materialismo de Marx y Engels, mencionemos primero, que ésta es una de las pocas corrientes filosóficas que se han llevado a la práctica, a diferencia por ejemplo; de las ideas platónicas, (la republica) que nunca se llevaron a cabo, ni siquiera cuando Plotino por poco llega a concretar su tan ansiada platonopolis.

Entender la realidad como meramente material es definitivamente un entender incompleto. La idea del espíritu hegeliano forma una parte del diamante, éste que poco a poco se va develando. Con esto le damos en parte la razón tanto a la noción hegeliana como kantiana. Pero parece que el diamante no se devela por sí mismo sino por la voluntad, la capacidad volitiva, del hombre, que ha medida que expande su conciencia visualiza paso a paso una realidad más amplia.

No hay materia sin espíritu, pero el espíritu si puede ser sin materia, nos apoyamos en la propuesta de antiquísima usanza; el mundo platónico de las ideas, que sustentan ontológicamente una realidad que esta más allá de lo evidente y perecedero. Lo material al ser lo más próximo dentro de un determinado tiempo y espacio se muestra como lo concreto y real. Pero al ser lo verdadero real y lo real verdadero y si las ideas se muestran como reales, al ser verdaderas entonces nos “objetivizan” un mundo ideal nítido y claro. Con esto decimos que no es tanto que se tenga menesterosamente que crear una síntesis entre materialismo e idealismo específicamente entre Hegel y Marx, lo que se evidencia es que tanto el materialismo como el idealismo son sólo una parte de la apreciación - junto con otras corrientes- que se va expandiendo dentro de ésta “obra de teatro” donde el hombre navega en pos de los primeros principios y últimas causas. Siendo la filosofía perenne la que nos muestra el verdadero sentido del filosofar, la de sagrada estirpe y mística aplicación, aquella propia de las culturas de antaño, las que disolvían lo espiritual con lo habitual.

EL LOGOS DE LA COMUNICACIÓN

La ciencia actual ostenta, mediante la evidencia recopilada a fuerza de tiempo, un hegemónico, vasto y fructuoso campo de estudio. En él se han visto impregnadas las nuevas aspiraciones, tendencias y paradigmas de índole epistemológica del llamado “homo sapiens”, amigo inherente del “Homo fac totum”. Dado que el espectro donde postra (desgasta) su atención ( al hacer ciencia) éste hombre favorecido de pensamiento y acción por el don de la naturaleza, no es otro que la realidad de carácter empírico - más no suprasensible-, al hacer mención del quehacer científico de actual acceso, nos referimos menesterosamente al estadio general de la conciencia humana. Porque, si bien, la realidad se considera insertada dentro de un marco inteligible y racional ( lógico), igualmente se muestra análoga a una dama, la cual, espera ser develada con desmedida pasión y asiduo fervor, para así, posteriormente acceder a los misterios que aristocráticamente protege.

Las ideas, el cúmulo dé ideas del hombre, no parecen ser una sólo idea magna, permanente perenne en sí, y trascendental, una fuente primigenia. A menos que seamos partidarios de los trascendentalitas abogaríamos por la postura dicha anteriormente. Las ideas, o la “idea universal”, dicen los doctos del saber teológico, sigue, en los seres creados, un patrón evolutivo lineal. Ésta convierte su naturaleza en revelada para los hombres, gracias a la voluntad de la voz creadora.

Cuando uno se dispone a caer dentro del plano que le corresponde a la reflexión sistemática, se aboca mediante este ejercicio a la precisa y gratificante -por no decir certera- actitud para con las situaciones más cotidianas que se nos presentan, ésta es la actitud que le compete por antigüedad y orden a la φιλοσοφια ( filosofía). La naturaleza ha querido desde la génesis humana que el hombre disponga de ciertos dones: el lenguaje, la capacidad evocativa, la expectación al futuro, el pensamiento ( la mente), la razón y la conciencia. Me parece que todas éstas dotes naturales -entre otras más- deben resumirse en una sola; ésta seria la capacidad que responde al llamado de encaminarse hacia el absoluto o lo absoluto, directamente a la unidad –noción aparentemente lejana a las posturas noéticas-. Todo lo contrario es enajenar y disolver la identidad en lo contingente y por ende perecedero.

Con la experiencia acumulada en ésta realidad, la que nos a colmado de polaridad en cada situación, los seres humanos tenemos permitido acceder y cotejar cada postura que invade nuestra mente. Esto se trasforma con el tiempo y compromiso personal, en una verdadera actitud crítica. Mediante una desarrollada forma de apreciación al hombre le puede resultar de fácil acceso el sendero hacia una nueva conciencia, pero, por qué decimos nueva? , tendría acaso que ser sólo un cambio de estado, cualitativo más no sustancial? Aquí tratamos de definir algo en especifico, no es precisamente lucubrar sobre el proceso que se genera en el hombre cuando interactúa con la realidad interna y (o) externa. Resultaría extenso y hasta titánico tal vez tratar el tema, y por ello ahora no lo haremos. Lo que sí nos gustaría tratar es lo dicho con antelación, pero esta vez enfocado en otro sentido, es decir, intentar colegir, reflexionar, sobre cuál es el proceso que se genera en el hombre cuando comunica, siendo que al comunicar interactúa forzosamente, con la realidad Intenta y externa ( social e introspectiva).

Ni siquiera tenemos que mencionar que el hombre es ser social, político y propenso al yerro por naturaleza. La historia tanto especulativa como experiencial nos ha legado un libro de mitos, realidades distorsionadas y otras nociones en apariencia inamovibles e indiscutibles. Hoy no se sabe con certeza que hecho aconteció tal cual, si realmente ocurrió o no, y que sentido tendría éste o aquel acontecer dentro del rompecabezas humano o cósmico -decimos esto siendo más generales y atendiendo al sentido común-. La fuerza del tiempo es la causa de la enemiga que corroe y aqueja a la memoria. Por eso asiduamente nos preguntamos; cuándo el hombre comenzó a comunicarse?, cuándo, en qué momento, el hombre, o mejor dicho la “bestia” se convirtió en “hombre”?, y es que el ser humano es tan versátil y adquiere tantas facetas casi como estrellas habitan en la bóveda celeste. Será acaso qué por el nítido hecho de pertenecer a ésta especie llena de gracia y favor por parte del designo insondable de la mano prístina, o sea la humanidad bendecida por la divinidad ( postura creacionista), el hombre emprendió la comunicación a natura, innata, potencial y estimulada, o en su defecto la tuvo que desarrollar a través de un proceso que demoro un tiempo de considerable estima ( visón evolucionista)?

Todavía resulta vago el dato de dónde y cómo surgieron las distintas lenguas del mundo, puede ser que Dios se halla encolerizado por la deshonra del pueblo semita y así destrono el mutuo entendimiento natural de los hombres, por lo menos eso nos hace pensar el texto sagrado del pueblo judeocristiano. Por nuestra parte no creemos que la comunicación sea algo que surgió de ésta forma, ya que la propia alegoría tapa la factibilidad de tal acto. Las lenguas Tampoco parecen haberse gestado al estilo de la generación espontánea. Permítaseme hacer estas analogías tan extrañas a la razón pero no al sentido común. Sabemos, por ser un dato que se actualiza constantemente, que todos los hombres se comunican de una u otra forma. La comunicación es diversa, responde a códigos, modos, formas. La comunicación es tanto asistemática como sistemática. Una necesidad que le compete a la comunicación es el hecho de que ésta se realiza entre dos, entre una fuente y un receptor. Por esta razón, la comunicación es menesterosamente social, es un producto proveniente de la comunidad y a fuerza de tiempo se ha convertido en una formula que altera el orden de sus propios factores, es decir, la comunicación genera o contribuye también al nacimiento y desarrollo ( avance y (o) acaecimiento) de la comunidad.

La comunicación intrapersonal no queda excluida. La capacidad discursiva ésta latente en el hombre, es una cualidad que sirve como elemento imprescindible para agregarle un carácter filosófico a las cosas. Por eso la comunicación es distinta de la información por la naturaleza que le corresponde a cada una, la uni o la bilateralidad. Los medios masivos de comunicación, dicho como especulación muy subjetiva son - si observamos detenidamente, notaremos que dicha noción se torna hacia la objetividad-: un producto neto del modo de producción que con hegemonía potente lleva bajo su firme yugo la instrucción de toda la masa social y concomitantemente a un tipo especifico de individuos del sector perteneciente al escalafón social.

Los mayores males de la historia humana fueron aquellos que responden a la tendencia primordial de las distintas religiones del mundo, caracterizada -la tendencia- por la distorsionar la idea fundamental de la paz y el amor fraternal entre los hombres, misma distorsión que ocasiona los conflictos de orden social. De tinte utópico o plagada de yerro, ésta propuesta en esencia es la promulga de todo sistema de carácter sacro en el mundo. Pero desde la revolución industrial y específicamente desde el siglo XX, el hombre ha sufrido de una verdadera enajenación. Con esto colegimos ( deducimos) que el hombre se aleja de lo natural y se sumerge así por consecuencia lógica en la cúspide del producto netamente humano, lo artificial.

Los artistas tienen por modo de su quehacer una tendencia a mimetizar la realidad tangible. Todo arte comunica una forma especifica, todo quehacer tiene un fin determinado. El arte comunica emociones y formas de apreciación. El arte esta ligado indiscutiblemente a la imaginación, es cómplice de ésta; juega con la evocación y copula con la creatividad. Ya sea que nos conduzca a la verdad, nos libere de de las pasiones en sentido gradual al representar una tragedia ( catarsis), o nos aparte de la verdad por ser sólo una imitación de ella como mencionaba el viejo Aristocrates. El arte en éste mundo es creación exclusiva del hombre, y su fin lleva implícito comunicar algo en especifico. No solamente con palabras, obviamente. Si no con expresiones que se ligan a cualidades meramente humanas.

Toda generación y construcción es una forma propensa al arte, qué es arte y qué no, eso es ya una cuestión que le compete a la estética, y también si lo bello es bueno o arte. Pero esto nos evidencia que todo lo que hace el hombre tiene como fin manifestar parte de su ser en la realidad, no sólo arrojar las ideas por ahí, sino que la comunicación es aristocratizante, tiene como un fin un sector especial, también lo hace así hasta en la llamada comunicación masiva.

El arte es la manifestación más pura del espíritu humano, es la exteriorización objetiva del sujeto, que se convierte en subjetiva cuando se emite dentro inteligibilidad de la realidad empírica. La expresión artística atendiendo tanto a las formas, el color, la luz, la armonía, la proporción, el carácter mimético o la flexión sobre el arte, no son otra cosa sino la “voz” de un alma que se comunica. El intelecto comunica estados metales, los estados mentales se hallan en medio de profundas vicisitudes y por ello existe gran diversidad dentro del universo discursivo.

Últimamente me ha llegada la extraña idea de concebir a cierto tipo de sueños como una realidad ontológicamente libre o mejor dicho, consistentemente autónoma, propia, separada de ésta. De hecho concientizando, cavilando un poco la situación, se puede percatar uno, de que la causa que nos mantiene en esta experiencia de vida particular para el individuo, en lo que denominamos realidad inteligible, es la conciencia, dado que el intelecto puede tenderse hacia lo general, lo universal.

Nada mejor para llegar al conocimiento supremo en una materia determinada, que vivir en carne propia la empresa a tratar. A través de esta formula que responde a una naturaleza en particular, es donde se haya la experiencia de lo que hemos denominado vida. La vida es la oposición evidente y estructural de la muerte. Estas dos no son algo de distinta índole, sino que como bien se ha dicho, representan los contrarios u opuestos de un mismo proceso dentro del ámbito biólogo. Al ser biológico se da pues a natura. La vida en sus distintas formas es diseño y obra de la magna naturaleza –literalmente-.

Al participar de la humanidad, nosotros, nos vemos aquejados tanto por los males como por las bendiciones que le atañen a ésta especie, dado que somos parte activa de esta participación que comenzó su función desde tiempo inmemorial. El poder de esta razón a dado pie a que la historia ( el conjunto de hechos que se dan por validos) nos muestre una arquetípica función de lo debiera ser el comportamiento y las formas propias del hombre (naturaleza humana). La división entre acto y potencia son de prima importancia para distinguir lo que por función primera le corresponde a los hombres. La naturaleza humana aun resulta misteriosa para el ojo humano. Bien cierto es el hombre no ha llegado a encontrar todavía esa pieza que le de la estabilidad, para que así, lejos de la fluctuación, le llegué una nítida libertad, no sólo dentro del campo axiológico, sino la libertad del espíritu, que al ser libre éste, su arbitrio se manifiesta en el cuerpo que lo contiene.

Lo Diáfano es iluminado por la luz, ésta última siendo la sustancia del color y la forma, es la fuente que nos hace posible el conocimiento, pues, cómo puedo conocer algo que no me es inteligible; sino no tiene forma es materia inerte, sino no tiene forma alguna no puede ser idea, así ( sin forma) mi imaginación no puede captar el “fantasma” – la imagen- para abstraer el universal de la particularidad e individuación de la materia, de la realidad sensible. Muchas culturas ya olvidadas representaban lo divino relacionándolo con la luz, también la luz ha sido inspiración para muchos filósofos, sobre todo para lo medievales – dentro del mundo occidental-, ésta idea la encontramos marcada principalmente en San Agustín y en Grosseteste. No por nada se le llamo a la ilustración el siglo de las luces, kant lo define como “el paso a la mayoría de edad”, el ejercimiento de la excelsa razón.

Una de las cuestiones fundamentales dentro de la filosofía, y dentro de la religión; es aquélla que plantea qué tanto de la realidad es objetivo y qué tanto subjetivo, en otra palabras; qué de la realidad, que me llega completa a través de la percepción, es un construcción de mi mente o que tanto tiene una realidad ontológica. No estamos hablando precisamente de solipsismos como acuñara Berkeley ser es ser percibido”; sino que me refiero a la calidad o la fuerza que le proporcionamos a determinadas situaciones, a los grados de apreciación.

Siguiendo este mismo orden de ideas podemos sumergirnos dentro de un plano más metafísico, intentando indagar, aunque sea sólo especulativamente, una cuestión que en lo personal me es asidua y prominente por diversas circunstancias. Ésta reflexión recae bajo la imperiosa necesidad de responderse si puede darse la multiplicidad de almas o en su defecto éstas provienen de un sólo espíritu que se manifiesta y encarna, mas no reencarna - dado que es el mismo-, en la materia. Una manera de abogar por la multiplicidad de las almas me parece que es desde el punto de vista del neoplatónico Plotino.

Pero, en conclusión, con respecto al tema crucial que quisimos tratar aquí, o sea; intentar reflexionar sobre cuál es el proceso que se genera en el hombre cuando comunica, siendo que al comunicar interactúa forzosamente, con la realidad Intenta y externa ( social e introspectiva), podemos afirmar que el proceso que acaece en el hombre al comunicar, se muestra posible para definirse como: Un cúmulo de energía que conduce al ser hacia cierto tipo de comportamiento y viceversa -no confundir con conductismo-, en cambio, aquí hablamos de energía neta, semejante a las ideas taoístas. Lo que comunica el individuo simboliza el estado en el que se encuentra su conciencia, así como el estado actual del mundo es señal de lo que la gente, en su mayoría, está pensando. Cambiando el pensamiento, es como cambiamos la realidad.


Roberto Fernando Tarratz Rodríguez

SOBRE LA EUTANASIA

Toda actividad humana esta envuelta en la realización de un fin. Los movimientos que afeccionan a las pasiones potenciales en el hombre se dan de diversas formas. Las emociones tienen una gama amplísima de captación y funcionamiento. Todo proceder humano es una expresión de ánimo, una forma de dar el ser. Los estados emocionales están indiscutiblemente ligados a las pautas otorgadas por la inteligencia, dada ésta por la propiedad humana de la razón. De una u otra forma otorgamos de nosotros al mundo, y de igual modo recibimos, interactuamos con lo que existe fuera de nosotros, lo que percibimos como objeto de nuestro conocimiento. Al participar de las emociones estamos propensos a experimentar rangos fluctuantes, en su medida polos opuestos. Ciertamente que no cabria evidentemente, darle una calidad moral al orden emocional, es decir, que ciertas emociones no son en sí mimas buenas o malas, sino inadecuadas o adecuadas en determinados momentos y bajo algunos aspectos. Para la forma de apreciación oriental acerca del entender del mundo las cosas en sí, no son buenas ni tampoco malas, las cosas son simplemente lo que son, el hombre es el que les da un sentido, y se los da conforme a sus formas de apreciación, las formas que otorga la subjetividad humana.

Un ejercicio altamente didáctico o pedagógico es el de la interpretación de las emociones, para manejarlas, para conocerlas, comprenderlas y controlarlas. En oriente es milenaria la noción del dominio sobre los sentidos. Dominar los sentidos no significa renunciar a las emociones, eso de ningún modo es así. Responder antes que reaccionar es la pauta que hay que seguir en la actividad cotidiana. Mas allá de orientarnos en el campo de la ciencia experiencial dentro de los campos de la neurología o alguna otra ciencia relacionada con el estudio de las actividades físico-químicas o neurológicas en la persona humana, cabria reflexionar que no toda obra y percepción humana se reduce a una forma de ésta índole. El estudio del hombre va desde el mismo punto de percepción o de apreciación hacia otro campo de apertura. Es entonces el conocimiento holistico del hombre, el que mueve los motores que giran entorno al saber vivencial y conceptual del ser humano, hacia lo cuantitativo y lo cualitativo.

No se puede negar que las decisiones humanas están ligadas al campo de conciencia que contiene el individuo y por lógica consecuencia a sus posibilidades de elegir caminos o en su defecto de omitir otros tantos roces situacionales. El hombre tiene su existencia en sus propias manos, se hace conforme vive, da de sí y recibe del mundo. El hombre es sujeto de pasión y reacción. El intelecto posteriormente brinda la respuesta, la que con la fuerza del tiempo y experiencia se irá tornando en certera. Lo anterior no implica que se carezca de esencia humana. La esencialidad humana es la base de todo cambio, de toda accidentalidad, de toda contingencia o situacionalidad subjetiva. Cada ser humano vive una experiencia de vida particular conforme a sus circunstancias y “posibilidades”, las que el sujeto se impone, debido a sus formas del entender.

Tanto las emociones, como la conciencia y evidentemente la propia racionalidad en el hombre, son las claves para hacer y deshacer la estructura de vivencialidad en el mundo. Desde la conciencia crítica hasta el afán de hermandad universal son maneras de proceder, son conductas, hábitos, decisiones internas trasladadas al plano de la realidad empírica, es la idea manifestada en la materia. Sabemos de antemano que la energía mueve todas las cosas, la energía es el principio de todo acaecer, ya la ciencia lo ha demostrado tanto racional como fácticamente. Ahora pues, el obrar humano está basado en impulsos, tendencias, disposiciones, deseos, creencias, convicciones. Lo dicho con antelación no es otra cosa que energía con un determinado nombre. El amor es un tipo de energía al igual que el odio, dos fuerzas que simplemente son, carecen en sí mismas de calidad moral, pero no de sentido vibracional.

Ahora podemos adéntranos en el tema de la eutanasia, el bien morir. Todo tema, toda materia requiere de una meditación previa, de asiduo estudio y hasta por salud, ostentar un mentalidad que provea de imparcialidad a la materia abordada. Ya hablamos de energía, razón y tendencias. Estos son factores naturales, son principios antropológicos y factores imprescindibles si se quiere llegar a un acuerdo en los temas que respecta a la muerte y vida humanas. Para saber que es la muerte primero se debe entender la vida. Menudo problema en el que nos hemos metido!, intentar saber qué es la muerte o la vida. La historia de la filosofía se ha plagado de opiniones y también aciertos acerca de estos temas. Tampoco podemos prescindir de la religión y del aspecto espiritual del hombre, que no necesariamente es lo mismo. ¿Cómo saber que decisión, a que pasión se le debe de hacer caso para decidir sobre la muerte, ya no se diga sobre la vida misma?

El filósofo moderno descartes, hablo en su discurso del método, que por cierto es muy ameno , para todo aquel que se identifique con una verdadera actitud filosófica, o para aquel que busque un metodologica vivencial, del proceder metódico para llegar a la certeza, a una certeza. Todos queremos llegar a la certeza. No olvidemos tampoco que buscamos un bien, y así sucesivamente hasta llegar a un bien supremo. Existen en nuestros días un buen número de terapias, proyectos pedagógicos, talleres y todo lo relacionado con el conocimiento profundo e interior del ser humano. Es que el hombre actual esta ávido de auto-conocimiento, de emotividad. Esto es porque el hombre es por esencia un ser de sentido. Hasta vivir sin sentido, es darle un sentido a la vida. Por ende a todas las cosas les damos un sentido, independientemente del sentido que tienen por sí mismas. Así a las cosas las tomamos conforme al sentido que le damos, o las veamos, esto influye en nuestras decisiones.

Para tratar el tema de la muerte, hay que contemplar también la influencia de la cultura. La cultura le proporciona un sentido axiológico a las cosas, a las tendencias humanas. Tenemos que reflexionar sobre nuestras creencias y actitudes, no se diga hábitos; que son los que en su mayor medida nos van formando, para sopesar ideas y así tomar mejores decisiones. No hay que seguir ideas impuestas, simplemente por que los demás las siguen, hay que dejar a un lado los valores conceptualizados para vivencializarlos y sentir así un verdadera conciencia moral o verdad moral, la congruencia entre la palabra y el hecho. Es precisamente la energía emotiva, en sus diversas gamas, la empatía hacia la vida, y la racionalidad las que nos dan un entender más armonioso sobre la razón de la muerte y del vivir.

La filosofía y la espiritualidad están muy por encima de otras ciencias que debaten sobre estos temas, y lo están por que son la base de todas las ideas que los rigen. La medicina necesita de la reflexión, de la universalidad, de la ética, de la bioética. Le teología necesita en su medida de la razón conciliadora para con la fe. El derecho se erige por sobre los fundamentos de la racionalidad, por sobre las bases de la actitud de filosófica, de ahondamiento, hasta de idealización.

Por ejemplo el buddhismo habla sobre la causa, la verdad y el origen del sufrimiento. Muchas religiones o filosofías, modos de entender la vida orientales hablan acerca de formas diversas de abordar el sentido de la vida y la muerte. En occidente la psicología humanista, el movimiento de la nueva era, y muchas tendencias más de reflexión brindan opciones. Pero lo más importante es la conciencia individual más no individualista. Cada quien, por medio de su arbitrio es responsable de sus decisiones. En el mundo material, y ciertamente en el espiritual en cierta medida, existe la causalidad y no tanto la casualidad. Todo tiene un por qué, una finalidad, causa eficiente y fin último. Tenemos voluntad, decisión, disponibilidad de ejecutar un acto moral, el que contiene inteligencia, libertad y voluntad. En cuanto a proyecto, el hombre tiene un cúmulo de posibilidades a la mano, las que la conciencia capte. En cuanto a esencia, el hombre tiene la tarea de llegar al ser, de utilizar la meta-conciencia, la capacidad de la conciencia para reflexionar sobre sí misma. Cada uno de nosotros está en el mundo para dar de sí, para captar la unidad dentro de la multiplicidad material. Decimos pues, que la decisión del camino y método, es netamente una cuestión de la conciencia individual, conforme a las percepciones, actitudes y tendencias. Lo que sí es recomendable, es nutrir el alma, el espíritu mismo de saber, de conocimientos que nos enriquezcan la mente, para que vayamos por el mundo aplicando el arte del bien vivir y así comprender lo que es, el buen morir. Como todo, es una cuestión de conciencia.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez

EL CARÁCTER DE LA CIENCIA QUE CIMENTÓ GALILEO

La disgregación entre el saber científico y el teológico, fue una característica medular en la edad moderna. Hay que tomar a consideración que no fue algo que se dio espontáneamente sino que venía proyectándose ya desde le edad media. En algunos pensadores medievales se fue marcando la tendencia a diferenciar entre lo que se presentaba como revelado y lo que podíamos conocer mediante la experiencia directa e inmediata, mediante la razón natural. El desarrollo de la técnica científica estuvo ligado al mismo periodo de fecundidad intelectual, y no sólo eso, estuvo como lo están hasta el día de hoy todas las ciencias, sujeto a la cultura. La filosofía es producto de la cultura y la misma reflexión alimenta al unisonó a toda institución que conforma a la sociedad, la que a su vez ostenta un determina cultura, un afán, un ímpetu, un impulso de acción, una forma de tomar las cosas, un cierto tipo de bienes, de bienes culturales, para ser más expresos una determinada jerarquización axiológica. Ahora, pues, las ideas que deambulan en una sociedad estable tarde o temprano pueden tomarse de su constante ir y venir por los aires y establecerse, para así predominar sobre estos bienes culturales, sociales, y de esta forma encaminar los pasos del conjunto del los individuos, o por lo menos de sector a sector, ya que los cambios, en su mayoría se dan paulatinamente. El cambio hacia la instrumentación, hacia el uso de aparatos para conocer con mayor precisión la realidad, no fue drástico, fue lento, necesito de asimilación. Evidente es que la instrumentación estuvo siempre en el hombre, se dio ya desde la antigüedad asiática, hasta en Oriente medio. Pero la elaboración y funcionalidad de herramientas para ampliar el saber en la Europa renacentista tuvo una aire diferente, un carácter peculiar, fue la que impulsaría no sólo la revolución industrial, la cual, acrecentó al sistema capitalista y que en un tiempo generaría la actual globalización, sino además sentó las bases en el método científico, y cimento un cierto paradigma sobre el proceder teorético-practico, del conocer humano, de las posibilidades instrumentales e innatas del conocer humano.

Son las ciencias las que nos brindad seguridad sobre los fenómenos reales, sobre el mundo de lo contingente. El saber científico dirige el avance de la civilización en cuanto a tecnología y confort. De primera instancia se puede uno percatar como lo pensadores renacentistas y modernos trataron de acoplar su filosofía a sus creencias, a sus formas de apreciación sobre la realidad. Llegar a la verdad es primordial para aquel que intenta hacer filosofía, pero en el trascurso del periplo es
difícil prescindir, de esos bienes culturales y más aun de la afecciones subjetivas, de lo que radica en el mundo interior del hombre, o sea del individuo, de su visón particular. Por ésta razón cuando se defiende que la palabra sagrada y el conocer experiencial no están peleados se está defendiendo ya una idea preconcebida, un bien cultural, entiéndase como una moral, un cierto sentir espiritual. Es que el hombre no sólo es pura materia, las ansias humanas van a lo absoluto a lo impalpable. El anhelo humano muchas veces es inefable, por lo menos así nos llega de primera intención, luego se pude racionalizar o sistematizar, compendiar, y asimilar tal situación definiéndola como espiritual. Las religiones del mundo coinciden con ciertos contendidos axiológicos en sus sistemas cosmológicos, a saber; valores que son como ramas de un mismo árbol. La humanidad tiene en sí la noción, en el inconsciente, de ciertas formas de conducta indispensables para la óptima convivencia y expresión desde lo interno hasta lo externo. El hombre es un ser de sentido, la razón busca siempre un punto hacia el cual andar. Por eso buscamos en el mundo empírico las bases para nuestra manera ideal de actuar, de vivir. Tal vez sería conveniente pensar más, en una ciencia que pueda comprobar aquel mundo de las esencias, en una especie de ciencia espiritual y en espiritualidad científica. En la simbiosis entre éstas dos ramas humanas radica un proceder que se traslada hacia lo ético, y no sólo para el hombre docto en las ciencias , en las especializaciones, sino en el público general, en los hombres que viven preguntándose cosas inmediatas, y no esas abstracciones que quedan designadas a los filósofos, que no son otra cosa, éstos últimos, que hombres que se comprometen con mayor rigor en resolver lo que a todos no incumbe, el sentido de las cosas, del proceder humano, de la vida, de la muerte, el sentido del reposo y de la acción en cualquier género que se le entienda. Aquella ciencia no es exclusiva del científico ordinario sino participante en todo aquel que se cuestione “cómo va el cielo”, y “cómo se va al cielo”. La ciencia debe entenderse holísticamente, como un todo donde hay muchas partes, como la limitación de un horizonte ilimitado. Por eso la ciencia y la fe no está separadas, son la misma cosa, son componentes de una misma realidad; la humana, y más allá ello; el hombre es componente de una realidad que tiene para ofrecernos cada día algo nuevo.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez

























Τρίτη 23 Οκτωβρίου 2007

ACERCA DEL TIEMPO Y EL OTRO DENTRO DE UN MARCO EXISTENCIALISTA




El ser se mueve en lo indeterminado, se ve sometido al vació, se dirige hacia la nada. Nos encontramos navegando en un ámbito de corte existencialista. Donde el existente y la existencia se conjugan e intentan definirse. También elaboramos el ejercicio del discernimiento entre la pluralidad y la singularidad, que envuelven al ente o que le competen a éste. El existente navega en la existencia, donde el ser se ve arrojado al vació, al cúmulo de posibilidades, encontrándose así con la nada. Éstas posibilidades son parte intrínseca del ser, lo gestan, “le dan el propio ser” a medida que avanza en el factor tiempo. Con esto tenemos que el ser esta obligado a existir, y en este determinismo el ser haya su anunciación a la muerte. Morir es una “realización” para el ser, ya que al encontrar ésta última, localiza su verdadera libertad, apartándose de una vez por todas de la existencia inevitable. Por éstas razones con antelación expuestas, es ilógico pensar en una existencia donde no se encuentre depositado el ser. El ser le da vida a la existencia y en la sensación de vació y angustia radica la soledad que augura la posibilidad. El hombre así encuentra un indicio de su existencia en el antagonismo y en la otreidad tal cual. Por eso el hombre convive con el otro, en un tiempo armónico. El mundo aparta al hombre de sí mismo, la soledad le devuelve al hombre su identidad. En el sumergirse en uno mismo radica el acceso innegable al verdadero ser. Rebasamos de esta manera la materialidad, y tocamos ahora el espíritu con anterioridad vislumbrado.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez

COMENTARIO ACERCA DEL ARTE RETÓRICA DE ARISTÓTELES (LIBROS I, II, III)

Cuando nos disponemos a emitir algún juicio ante el oyente, debemos conocer con necesaria precisión, que nuestras ponencias deben gestarse mediante un proceso reflexivo elaborado con anterioridad. Por ello es bien sabido, que al hablar sobre algo en específico, tendremos, pues, que cargar nuestras palabras de un conocimiento previo, es decir; hablar con episteme ( conocimiento) y no con doxa (opinión). Es evidente que el saber común, generándose éste por consenso, nos concede la pauta, siendo ésta de alcance general, sobre la que se toma lo fidedigno. De ésta forma nos resulta claro qué norma hay que seguir para construir un discurso avocado hacia la compresión, no sólo en el ámbito propio de los doctos, sino en el del público no especializado. Pues los oradores saben que es hacia éste último al que se dirige primordialmente el discurso. Ya que se habla de lo particular pero en un sentido general.

El estagirita nos expone a la retórica como el arte que se vierte en toda ciencia, más no le pertenece propiamente a ninguna, ya que es posible deliberar sobre cualquier cosa. Contando que, para la deliberación es menester un método idóneo, recalquemos que éste método no le compete al que ignora el arte; tan sólo al capaz de manifestarlo, pues éste conoce bien sus causas. No todo hombre se encuentra adiestrado ni por el don innato, ni por el de la práctica, para dar un buen discurso. Esto debido a que la retórica forma parte de un constitutivo que se manifiesta en distintas áreas del saber.

Evidente, pues, resulta nuestra ponencia acerca del arte del “buen hablar”, más no por ello se demerita la misma. Puesto que decimos que el arte del verso y el de la prosa tiene su origen mediante la sensación y la reflexión. Ahora el principio racional se adhiere a la tendencia dionisíaca, conjugándose así en el sendero que arma el compendio de elementos propios de la retórica.

Si tenemos que el entimema es la base del argumento retórico; porque tiene como fin la persuasión, y, a quién persuadimos, sino al oyente. Notamos así una dialéctica. Aunque, no propiamente como tal, puesto que, el que domina, el que lleva la voz cantante, en el sentido más literal de la palabra, es el orador -esto en el momento, en que, al parlante le pertenece el público-. Será por ésta instancia, un caso donde el orador retome lo inteligible de la realidad -lo poco o mucho- que habite en su entendimiento. Plasmando así el poder de su juicio, y mediante ello; tomar la batuta de la pasión, llevando al oyente a un compás, a una cadencia con tintes melódicos y dignos del carácter lógico y catártico.

El orador tiene que estar preparado, tanto en lo concerniente a la palabra como al ademán, y también en todo aquello perteneciente a las luces del juicio correcto. Asimismo el que habla debe mostrase acorde a quienes habla. Al ser la persuasión un fin retórico, la virtud y la benevolencia son ejemplos de aquello de lo que debe servirse el que pretende llegar al que presta atención. El demagogo y el falaz tienden a persuadir por cualquier medio que esté a su mano. Muchos opinan e ignoran las causas, más todo y eso, así llegan a mover pasiones, y pueden convencer profundamente.

Debido a que el hombre se mueve en parte por los sentimientos, si el orador consigue la empatía es posible que logre su cometido de persuasión. El fin varia dependiendo de cada discurso, a la vez de que, cada tipo de discurso se sirve de ciertos elementos para logar su cometido. Por ejemplo las fabulas son muy apropiadas para los discursos dirigidos al pueblo, debido a que mediante las fábulas se comprende la semejanza. De igual modo las parábolas se pueden utilizar, además de la argumentación, el adagio y por supuesto el entimema. Aristóteles pinta un bosquejo mediante el cual nos podemos apoyar para la adecua actualización de la retórica. Claro está que siguiendo una metodología nos es posible dominar cualquier tipo de técnica y más si a ésta le dedicamos tiempo, y dicho expresamente práctica.

Existen distintos modos para pronunciar cada tipo de discurso, distintos modos para argumentar, y también muchas formas de interpretación o diversas maneras de construir un estilo que conmueva el alma del espectador. Atendiendo a cada tipo de fin, se localiza todo aquello acerca de lo que se dice o se pretende decir. Así podemos conseguir un resultado ideal. En otras palabras, a medida que, ejercitamos nuestras dotes propias de la oratoria, podemos lograr un buen ejercicio retórico.

Tanto el manejo de la voz y todo lo que a ésta le compete, como por ejemplo; respiración, dicción, entonación, los diversos matices, resonancia sonoridad, además de; capacidad histriónica, los diversos matices de ésta, estados de ánimo, etc. Así como el conocimiento de lo que se va a hablar, para quién, y con qué objetivo. Pues se debe tomar a consideración, desde el momento de su concepción, de su emprender estructural, que el discurso debe llevar implícito, en las palabras, las letras, y en la conciencia del que lo emite también, una firme dirección para la cual proyectarse con profundo afán.

La capacidad para argumentar, tanto por escrito, como en el ámbito oral, es algo que debe trabajarse, también el arte de la voz y el de la expresión corporal, esto porque; el ser humano es un cúmulo de potencialidades esperando por lógica evidencia ser actualizadas. El arte retórica es una aplicación de antiquísima usanza dentro del área comunicativa. Queda entonces por éste medio la prueba que demuestra, como el hombre retórico, el verdadero retórico es todo un artista, ya que le es accesible el hacer vibrar a un “espíritu ajeno al suyo”.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez














TEORÍA DE CONJUNTOS

Cada cuerpo tiene
su armonía y
su desarmonía.
En algunos casos
la suma de armonías
puede ser casi empalagosa
En otros el conjunto
de desarmonías
produce algo mejor
que la belleza.
Mario Benedetti

CONFESIONES DE SAN AGUSTÍN ( RESEÑA)




Las confesiones son la obra donde San Agustín se encamina a favor de una alabanza ideal. El santo obispo asume una actitud de hijo enamorado, tanto de su madre Mónica, actitud que exalta el santo en sus años de madurez, como también del sumo bien; Dios. Para ese entonces el concepto acerca de Dios ya había adquirido otro sentido, a diferencia del mundo griego, ahora se apreciaría como un ser individual.

Agustín marcó una diferencia crucial dentro del pensamiento patrístico, sus confesiones son la pauta para el cristiano ferviente. Tómase de las confesiones el modelo, el arquetipo de hombre redimido, del hombre arrepentido por los pecados (errores) de antaño. Así, San Agustín suplica y pide asistencia hasta por lo cometido en la infancia, proponiendo el de Hipona, perdón para con sus errores infantiles y precoses. Hasta en la infancia llegó a pecar san Agustín , porque estaba lejos de la verdad, así nos confiesa él. Siendo un hombre, le confiesa su fervor a cristo y al amor divino ,Dios.

Son trece los libros que conforman a las confesiones, en ellos se denota claramente el recorrido lineal de la vida de san Agustín, desde su infancia hasta su invocación al Dios cristiano. Es la historia de un hombre que visto desde un punto determinado, conoció la oscuridad, ilusión pura, para acceder a la luz que emana del bien supremo, todo esto, producto del orden de la providencia y la gracia del señor. La vida de Agustín es toda una peripecia, diversas situaciones, en las que tiene que sufrir la muerte de sus seres queridos y allegados, donde parece que va perfeccionándose, purificándose el oriundo de Tagaste gracias a las experiencias, y porque se dirige a Dios a medida que se arrepiente de lo efectuado.

Dentro del maniqueísmo el de Hipona enfrenta serios líos y contradicciones, debido a que el espíritu de San Agustín es filosófico y mas allá de ello, es fiel para con el padre, cosa que él mismo diría al momento de elaborar sus confesiones. Lejos de las “tablas de Mani” difunde la verdad del cristo. Agustín es un “guerrero” que trata conciliar la fe y la razón, por eso lucha contra las inconsistencias, que él percibe en el maniqueísmo. Tras un recorrido de vida, con trasfondo psicológico, el de Hipona se libera, reafirma, interioriza, contempla, reflexiona y discierne, cual buen filósofo. Aunque crítica la soberbia del filósofo que atiende al saber sólo de las cosas del mundo. La filosofía en esta época emprendía otro sendero, donde poco a poco se convertiría en la sierva de la teología. De este modo, Agustín trata de conciliar la filosofía y la religión, con una actitud de: “saber leer en el interior del ser, para creer y creer, para leer en el interior del ser”.

Al plasmar de esta forma su pensamiento el santo, notamos con gran claridad como se compendia el pensamiento griego; claro está, enfocado hacia otro rumbo, desde lo retórico, hasta lo platónico, marcando una diferencia crucial desde ese momento, la cual, llegaría hasta la edad media. Muchos dicen que hablar de san Agustín es hablar de la patrística, si bien sabemos que el santo produjo una gran cantidad de material literario, las confesiones son una obra de suma importancia no sólo porque son una especie de autobiografía, explícitamente hablando, sino porque en ella vemos como él, siendo ejemplo con su vida misma, dejo atrás el vicio propio del hombre y fue evocándose paulatinamente en dirección a la línea trazada por las enseñazas de Cristo.

Versado en las artes retóricas, Agustín conoce ciertos textos y sobre otras cosas, carga con él, las dotes de persuasión, propios del gran retórico. El santo conoce el latín pero confiesa que el griego no es completamente de su agrado. Sin bien fue maniqueo y cayó en la creencia de la existencia del mal y en un sin numero de supersticiones y ritos, consigue desligarse del llamado "paganismo".

Las confesiones son muestra del trayecto que la vida de san Agustín recorre, esto, en voz del propio doctor de la patrística. San Agustín abogaba por el proceso de interiorización, ya que para él, el hombre se caracterizaba por una actitud de búsqueda constante que lo conduce a la auto-trascendencia, a buscar más allá de sí mismo. El punto de partida para la búsqueda de la verdad (Dios) no se halla en el exterior sino en el interior; es decir, en la intimidad de la conciencia. De esta manera el pensamiento agustiniano emprende su andar, de una llamada a la interiorización. Así “la verdad habita en el interior del hombre”. El obispo interioriza y se mueve dentro de un proceso reflexivo. Si bien sabe Agustín, que el padre conoce ya, antes y después lo que hará el hombre, la confesión significa; la purificación, donde el hombre por medio de la voluntad se conduce hacia Dios. El hombre es libre por su voluntad no por su razón, esta es una gran diferencia entre el pensamiento griego y el agustiniano, donde posteriormente será alimento para el medieval. Ya no se rige el hombre por la autarquía. Con Agustín la vida (destino) se da en la providencia. Además a diferencia de los maniqueos, vemos como en las confesiones, el concepto de Dios, se propone como un ser incorpóreo. Si, pues, en el pensamiento patriótico-agustiniano, el mal sólo es ausencia de bien; como cristiano Agustín deja atrás la cosmovisión maniquea, que le otorga al mal consistencia, existencia.

Al final vemos como el de Hipona se acurruca en los brazos sutiles e intangibles pero omnipotentes y omnipresentes del señor. Si, ahora Mónica, la fiel madre del santo, a diferencia del padre de Agustín gentil y con sangre romana, podrá estar tranquila porque, ella, que tanto veneraba a su hijo estando el oriundo de Tagaste en la flor de su juventud, le rogaba a la providencia, esperando que ésta, le brindara razón y luz. Al hijo , este hombre que corrompido por el vicio, que lo llevaba a permanecer distante de Dios, según la propia pluma y tinta del obispo, después seria santo y confesaría al cielo su vida misma, uniendo así su dirección al caminar divino.


Roberto Fernando Tarratz Rodríguez

DE LA EXPRESIÓN EN EL HOMBRE

El ser humano, desde los albores de su existencia, se ha comunicado de modos diversos, los cuales, con el acaecer del tiempo han ido variando y en cierto sentido perfeccionando. Dentro de esas formas de comunicación, han trascurrido desde las expresiones más simples hasta las más elaboradas técnicas de manifestación sensible. Dentro del espectro del quehacer humano, el arte ha sido un punto básico de la expresión humana, sujeto a un aspecto inherente al hombre, que resulta ser lo sensible, el cual, no precisamente se le contrapone a lo racional sino que lo complementa de alguna manera. Así, para el hombre categorizado como primitivo existían un par de señales que evidenciaban la separación entre el florecer de la vida y el inevitable perecer. El movimiento y el sonido, al hálito, y la suspensión respiratoria, como el movimiento del prana. Los ritos entre la vida y muerte se manifiestan en este dual entender. La danza, como expresión corporal y el canto se funden como símbolos que ejemplifican lo animado, el ánima, la vida. Quietud y silencio son entonces símbolos de la muerte. El hombre encontró música en el cosmos, en la naturaleza (por medio de la utilización de instrumentos que estuvieran a su alcance) y en su propio instrumento, mágico y envolvente, la voz. Se fueron generando sonidos que representaban lo cotidiano, lo más cercano; es decir, lo sensible. Las antiguas culturas desde hace más de 5000 años ostentaban instrumentos armónicos. En los sistemas calendarios cíclicos, astronómicos, el movimiento forja la expresión de la vida, el devenir, la impermanencia lo, natural.

De las bellas artes, es la música (del griego: μουσική [τέχνη] - musiké [téjne], "el arte de las musas") la expresión que organiza sensiblemente una combinación coherente, racional, inteligible de sonidos y silencios (espacios) mediante los principios fundamentales y estructurales de la melodía, la armonía y el ritmo, donde intervienen diversos procesos emocionales psicológicos, sociales, culturales; a saber, todo un espíritu en movimiento, el ánima del dar, de dar de sí, es expresión natural, es síntoma de que el corazón late, es signo de vida. La música, como toda manifestación artística, es un producto gestado en la cultura, como las ciencias y en su medida también la filosofía. El fin de la música a grosso modo es suscitar una experiencia estética en el oyente, y expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. La música es un estímulo que afecta el campo perceptivo, el estado de conciencia, del individuo. Así, la energía sonora se impulsa en varias facetas, desde lo sublime hasta lo ridículo, aunque en realidad en gustos se rompen géneros, dice las voz popular. La música que envuelve al oído es sonoridad sistematizada.

Los artistas tienen por modo de su quehacer una tendencia a mimetizar la realidad tangible. Todo arte comunica una forma especifica, todo quehacer tiene un fin determinado. El arte comunica emociones y formas de apreciación. El arte esta ligado indiscutiblemente a la imaginación, es cómplice de ésta, juega con la evocación e intima con la creatividad. Ya sea que nos conduzca a la verdad, nos libere de de las pasiones en sentido gradual al representar una tragedia (catarsis), o nos aparte de la verdad por ser sólo una imitación de ella como mencionaba el filosofo griego platón. El arte en éste mundo es creación exclusiva del hombre, y su fin lleva implícito comunicar algo en especifico, no solamente con palabras. sino con expresiones que se ligan a cualidades meramente humanas. El arte es la manifestación más pura del espíritu humano, es la exteriorización objetiva del sujeto, que se convierte en subjetiva cuando se emite dentro inteligibilidad de la realidad empírica. La expresión artística atendiendo tanto a las formas, el color, la luz, la armonía, la proporción, el carácter mimético o la flexión sobre el arte, no son otra cosa sino la “voz” de un alma que se comunica. El intelecto comunica estados metales, los estados mentales se hallan en medio de profundas vicisitudes y por ello existe gran diversidad dentro del universo discursivo.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez

TODAS LAS RELIGIONES SON COMO RAMAS DE UN MISMO ÁRBOL



El árbol banyan simboliza la extensión de la espiritualidad, dando sombra a todos los que se acercan. Aquí se reúnen mienbros de varias creencias: un Hindo con un pote de agua, un Budista con tazón de limosna, un Jainista, un Sikh con turbante, un clérigo Musulmán, un Cristiano, un Judio y un monje Taoista en atuendo.

Σάββατο 20 Οκτωβρίου 2007

“LAS HERRAMIENTAS DE LA FILOSOFÍA”

Una verdadera crítica no es aquella que ve su formulación en el impetuoso afán de ofensa propio de las pasiones humanas; sino la que proviene de la libertad de emitir un juicio previamente raciocinado. Tenemos que del ejercicio reflexivo se gesta una nueva posibilidad, el cambio, o la continuidad dentro de un estado de omisiones y acciones, pero en éste caso ya raciocinadas, tanto en sus causas como en sus efectos, y es que la razón de esto radica, en que discerniendo y contemplando la realidad es como llegamos a distinguirla con mayor nitidez. Así posteriormente nos es accesible apreciar cada elemento que la conforma, desde lo más simple hasta lo más complejo. Reflexionar significa aceptar lo establecido no simplemente porque está allí, imponiéndosenos; en cambio, denota tomar aquello por sentado debido a que previamente hubo un trabajo intelectual donde el discernimiento fue el actor principal, o en su defecto, implica desechar cierta postura y asumir otra gracias al don de la reflexión dado por la naturaleza. Discernir significa distinguir una cosa de otra, apreciar las discrepancias y las similitudes, las relaciones y los fines últimos de los más cercanos, perecederos y (o) contingentes a los que me llevarán tales o cuales actos que yo cometiere o prescindiera de efectuar. El trabajo reflexivo consiste en ir más allá de la frontera de las apariencias, de lo evidente. Pensar reflexivamente es cuestionarse las cosas de modo sistemático, significa pasar del saber común a una verdadera actitud filosófica, donde a través de éste concurso ejercitamos el arte de ahondar en las cosas. Todo lo anterior se obtiene por medio de una genuina interiorización, mismo proceso, por el cual, el filósofo medieval San Agustín de Hipona abogaba. Para el de Hipona el hombre se caracterizaba, a diferencia de los animales (irracionales éstos), por ostentar una actitud de búsqueda asidua, que lo conduce a auto-transcenderse, a buscar más allá de sí mismo, ir de lo particular a lo universal. El punto de partida para la búsqueda de la Verdad no se encuentra en el exterior del hombre, sino en la intimidad de la conciencia. El pensamiento agustiniano emprende su andar de una llamada encaminada directamente hacia la genuina interiorización. De este modo “la verdad habita en el interior del hombre”. En la Grecia antigua Sócrates proponía el auto-conocimiento, el cual, es perenne un ejercicio necesario para llegar a un estado de plenitud en el hombre. Muestra de la exhortación hacia tal acto pronunciada por el filósofo griego, es aquella máxima que reza “conócete a ti mismo”.

El que reflexiona se ve a sí mismo. Hablando en un sentido etimológico la palabra reflexión proviene del latín reflectos, y significa la acción de encorvar, doblar o flexionar. En la ciencia fisica la palabra reflexión ostenta su significado cuando los rayos de luz que llegan de una superficie determinada al exterior de otra sustancia son devueltos de nueva cuenta con un ángulo igual al de incidencia, siendo éste el ángulo de reflexión. En la naturaleza del hombre se encuentra indiscutiblemente intrínseca la capacidad racional, al igual que el instinto, lo intuitivo, lo que se presenta de primera instancia (el aspecto sensible), y dado que la razón es el pilar fundamental de la reflexión, ello nos indica que el pensar de forma reflexiva es una capacidad que todo individuo puede actualizar. Todo ser humano está dotado de razón y por ello reflexiona. Siendo así la reflexión una propiedad del ser humano.

Igualmente, dentro del continuo flujo del día a día el hombre vive apegado al mismo sistema de acción: lo rutinario, lo cotidiano y esto no se debe, en general, a una actitud pragmática, o sea, funcional por práctica, sino que en su mayoría es producto de la irreflexión sobre la acción que se ejerce a diario. Basta con un cambio de actitud para cambiar los hábitos; por ejemplo, para Aristóteles la única manera de llegar a la virtud era por medio del habito, claro que para realizar ésta empresa había que reflexionar previamente, ya que las virtudes para el estagirita (Aristóteles) no son innatas, en otras palabras; no se engendran por naturaleza (por medio del nacimiento) sino por la práctica constante. Los hábitos nacen conforme a la diversidad de los actos, de ahí la importancia de acostúmbranos a pensar continuamente sobre los actos que realizamos y sobre nuestros propios contenidos mentales. “Ninguna de las virtudes morales sé engendrada por naturaleza… antes bien, la virtud se engendra en nosotros obrando conforme a las artes”, sentenciaba Aristóteles.

El principio del quehacer filosófico es la contemplación, ésta actividad tan pero tan enriquecedora para el espíritu, ha sido el alimento de muchos filósofos, que por medio de ella se han visto como “observadores desapegados”, capaces de analizar todo desde otra perspectiva, desde una óptica más amplia, la cual, les ha permitido hacer empleo de la crítica, pero no de la que ostenta la voluntad de ofensa, sino la que carga aguerridamente la libertad de juicio. No aquella Doxa vacilante que tanto aborreció Platón; la opinión. Me refiero al juicio que es producto de la experiencia generadora de conocimiento, todo ésto resultado puro y sincero de la contemplación; es decir, la episteme o conocimiento en sí mismo

Conocida es la narración que menciona que Tales de Mileto, al que se considera como el primer filósofo occidental, tropezó por ir contemplando las estrellas. Tan afanado se encontraba observando la bóveda celeste que no logró ver lo que había debajo de él y por lógica consecuencia cayó en una zanja, gracias a esto la mujer que lo acompañaba rió en tono sumamente burlón. Aquella dama pudo esquivar el agujero donde cayó Tales porque ella no se hallaba contemplando las estrellas. Esto es muestra clara de la sensibilidad que pide a gritos la llegada de la contemplación, pues el viejo Tales tropezó por asombrarse de algo tan simple pero de igual manera tan mágico como para cautivar sus sentidos. Como los niños que se muestran asombrados ante todo lo que se encuentran a su andar, como si la capacidad de asombro se aunara, es más, como si fuese intima cómplice de la pureza. Los niños son puros porque en cierto sentido están libres de formular prejuicios, su mente no contiene aquella noción arquetípica de la realidad, tampoco le temen al ataque social, por tanto son libres de tomarse el tiempo para contemplar, para respirar con cadencia, cosa que el adulto no hace, idea que a veces, ni le pasa por la cabeza. Contemplar significa dar alma, unirse con algo sin perder la identidad. Podemos afirmar que el acto contemplativo como decía Aristóteles: para el hombre será, ya que los demás vivientes no participan de la felicidad –en el sentido aristotélico-; a mayor contemplación mayor felicidad, siendo la felicidad el fin último de los actos humanos. También en las culturas orientales podemos distinguir como la contemplación es un elemento imprescindible para conseguir una verdadera y profunda interiorización, un ejemplo de ello es la meditación.

Así, tenemos entonces, que todo problema es una pregunta racionalmente fundamentada, y todo conflicto resulta ser una limitación dentro del rango perceptivo. De éste modo notamos que la ejercitación asidua de diversas “herramientas” inherentes al hombre como lo son: el acto reflexivo, el discernimiento y la actitud contemplativa -herramientas básicas éstas para hacer filosofía-, nos proporciona un compendio innumerable de satisfacciones, pues así nos hacemos más conscientes de nuestro entorno, pero lo que resulta más relevante, nos hacemos más conscientes de nosotros mismos. De todo esto lo que deseamos acentuar es que; a medida que ejercitamos el auto-conocimiento trascendemos.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez