Había una vez un practicante que se decía especialista en medicina externa. Un guerrero herido necesitó de sus cuidados. Se trataba de extraer una flecha que se había incrustado en sus carnes.
El cirujano tomó un par de tijeras, cortó la pluma de la flecha a ras de la piel y luego reclamó sus honorarios.
-Aún tengo la punta de la flecha incrustada en mi carne, hay que sacarla -le dijo el guerrero.
-Eso ya es de dominio de la medicina interna-. ¿Cómo podría yo tomar la responsabilidad de ese tratamiento?
Relatos de Su Tao
Gracias por el libro Claudia, ya te lo devolvere ;)
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1 σχόλιο:
ACUERDATE QUE YA LA CIENCIA SE DEDICA HASTA ESTUDIAR LA UÑA DEL DEDO MÁS PEQUEÑO DEL PIE. ME ACORDE DE MIS CLASES DE FILOSOFÍA DE LA CIENCIA, JAJAJAJA.
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