HABLANDO DE STANISLAVSKI, SU INTERPRETACIÓN EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO, Y DESDE EL ENTENDER PERSONAL
Acerca de Raúl Serrano y las nuevas tesis sobre Stanislavski
El teatro y la vida
Se dice en grandes y especializados sectores, la generalización de la particularidad, que el arte del actor es cuasi mágico; mítico, una proyección del alma, para y por, lo humano: así, rozando ya lo divino. Pero tal arte espontáneo y luminoso no surge sólo por una inspiración o una revelación ancestral o milenaria, o como se le quiera llamar a esa fuerza prístina, por lo menos no las más de las veces; sino que surge a raíz de trabajo constante y comprometido, y lejos de tocar lugares comunes la enunciación anterior obedece a razones y principios, procesos elementales donde la razón del artista se une a sus propios anhelos creativos y como aquel mito de la Atlántida: y esos hombres provistos de un saber integral y holístico conjugan su saber en binomio ya sencillo entre material inconsciente y fuerza motora en el presente, encauzada desde la conciencia y la razón, se da la unión de Apolo con Dionisio. Ocurre que el entrenamiento actoral, ya sea que se supedite de forma preponderante a rigores físicos o emocionales, parece que debe ser en un principio guiado por un sistema que de forma y fondo. Pues ¿Cómo se pueden conseguir metas si no se fijan con antelación sititos a los cuales llegar o en su defecto, principios, o por lo menos ya el esbozo de los caminos a efectuarse…? Cierto es que le sendero de la contemporaneidad marca y de buena gana, afortunadamente, la formula muy efectiva de la exploración personal, la investigación individual que conduzca a encontrar desde uno mismo la solución, la creatividad artística, o sea, en el mundo del arte y en la vida humana, que quizá y no sean cosas distintas. Desde tal óptica la elaboración artística es ahora, o se da, como en su tiempo enunciaba Antonin Artaud: “no más obras maestras”, es decir, partir o construir una búsqueda desde o lo individual, pero siempre y cuando se conozcan los ecos del pasado, se escuchen la voces de los poetas que en el tiempo han dejado sus voces expresivas y de conocimiento, ya que todas dicen algo. Así, las voces del presente son esos cantos que nacen desde el interior y que se unen a las melodías del los lenguajes y códigos del saber humano en la significación a consenso del mundo. Para negar algo hay que conocerlo. Y como el Hermes, heraldo de los dioses griegos: el intérprete. Se dice desde lo que se ha dicho con antelación, ese es el juego del mundo; su dialéctica, por ello la ya conocida tripartita formula entre tesis, antitesis y síntesis dan como resultado nuevas formas de abordar las problemáticas que se presentan a la conciencia, y con ello desvelar sus esencias.
El arte del actor es arte temporal, es un flujo de instantes interrelacionados que se conjuntan y se asimilan desde la conciencia, en la efemeridad del instante. Así, se puede ver que cada cosa que hagamos está circunscrita de forma natural a pequeños objetivos concientes o inconcientes, lo que deriva en un gran objetivo, el cual, forma parte de ese algo más. La vida es un movimiento natural donde la dualidad nacimiento-muerte se da de forma irrevocable, y esto se muestra en todo, evidentemente también en el arte. Renacer en todo, sobre cualquier aspecto, más en la conciencia, continuamente, un “aquí y ahora”. La antigua sabiduría egipcia recalcaba sin titubeos que todo es mental. Poco importa el factor exterior, lo importante es la visualización. Sí, la vida se ve desde una significación personal. La reflexión sobre el arte, es muy personal, porque desde allí parten los supuestos y los axiomas, que definen el carácter de la estética y las convenciones, los consensos, es una suma de individualidades. El teatro es manifestación de la idea, es realización y complementariedad, además de tener una fuerte carga totalizante. El teatro es una muerte que nos lleva a un renacer. La analogía de la vida con el teatro esta presenta de una u otra forma en la visión de Stanislaski, al plantear la acción dentro del drama desde aquella bifrontalidad en el actor.
Esbozo del teatro en la contemporaneidad
Lo cierto es que el hombre es un mar de potencialidades esperando ser puestas en práctica, eso es una de las cosas que más apasiona del desarrollo teatral a nivel individual. El hombre ciertamente es creador: un ser que da. Aunado a esto el arte es práctica expresa de esa idea. El teatro por su sentido multidisciplinarlo es muy interesante y pedagógico, lúdico, curativo, humaniza y funge igualmente como un vehiculo maravilloso para la trasmisión de ideas, para la comprensión del mundo, y para mostrar significados, sistemas de simbolización y formas culturales, que van desde lo primario hasta llegar a elevar al hombre a un entendimiento tal de sí mismo, que éste, modifique su vida o bien que trasforme su carácter y se encuentre también mediante ese ejercicio trascendental: a sí mismo, como un ser de posibilidad, volitivo y preparado para vivir con una conciencia ligada a la acción, al actuar consciente. Por ello, el estudio del teatro lleva a experimentar varias cosas; desde lo conceptual hasta lo meramente vivencial, pasar de un enriquecimiento cultural, hasta una sensibilización y una modificación de un andar por el mundo. Ahora bien, lo que enriquece en demasía es esa relación con el otro, con el ser humando que brinda la otredad, aquella categoría que se da expresamente en el teatro, esta socialización a nivel bien humana y sincera, es por ende un hecho social neto. Las formas de representación que son naturales en el hombre. El teatro puede ser entendido a ciencia cierta como un acto ritual, como algo sacro, un encuentro cósmico, un modo de mover la energía y crear un momento, un instante de magia como bien dicen los autores reconocidos en esta área, parafraseando varias ideas: hacer visible lo invisible en un momento presente y en un espacio vacío, desde toda nuestra concentración y con un movimiento orgánico desde el interior, hasta la expresión del cuerpo, con todas las dinámicas que se presentan en cada cultura, un equilibrio natural, una lucha de dualidades, un punto estático, un impacto de golpe, una respuesta, y una generación de estímulo respectivamente, todo esto y además un sentir interno, una remembranza, haciéndola real y representando un hecho determinado. Así el teatro es muerte y vida, pero ante todo es una necesidad humana, es un goce, un compromiso, una complementariedad y una forma de vida.
Las corrientes contemporáneas de la teoría actoral esta ligadas ya de forma muy expresa a las ideas de Oriente, tendencias características del pensamiento oriental, a varias de sus concepciones filosóficas y artísticas, gnoseológicas, ontológicas, pedagógicas.[1] Gracias a varios teóricos del teatro contemporáneo, en al ámbito de la investigación del arte escénico la unión del pensamiento oriental con el occidental perece hacerse más clara, que con respecto a otras áreas del saber, o con referencia a varias ciencias sociales.[2] Desde los trabajos de Vsévolod Meyerhold (1874-1940), Antonin Artaud ( 1896-1948), Peter Brook ( 1925), Jerzy Grotowski ( 1933-1999), Eugenio Barba (1936), y el propio Yoshi Oída, de origen oriental, la exploración en el ámbito escénico va en busca de aquello que necesita sin importar de qué lado del orbe encuentre su resultado. De allí que se de la noción común entre dividir al actor de forma y al vivencial, es decir, la construcción de interna de las emociones, o partir del trabajo meramente físico sin emoción alguna. Lo cierto es que no hay una de ellas que no tenga un poco de la otra, porque el actor es humano, y en tanto que el humano es lo que es gracias a la su naturaleza, no puede escindir totalmente las dos facetas que constituyen su ser. Ahora bien casi todo ello esta dirigido a un mismo punto: la organicidad, un actor conectado consigo mismo en “aquí y el ahora”.
Un acercamiento a Stanislavski
Ahora bien Constantin Stanislavski fue el precursor, uno de los precursores que desde el siglo pasado se adentro hacia la elaboración sistemática de un método para la creación actoral, para el actor, un entrenamiento desde la construcción, desde la interioridad, una construcción, una estructuración del arte actoral. El arte del actor es un compromiso de autoconocimiento e implica acto de honestidad. Stanislavski clasificó distintos tipos de actores dependiendo su compromiso y entrega con el trabajo de la representación. Pero actuar implica, como su nombre lo indica hacer, desde la misma tarea escénica, actuar es estar y realizar. Así las acciones son un elemento medular en la escena, sin acciones prácticamente no habría drama. Para el teórico ruso concentración, la atención es algo de lo más importante, y de tal forma focalizar la tensión y la distensión en el cuerpo. La concientización sobre el cuerpo, y su sentido en la escena. En ese ir y venir. En ese estira y afloja radica parte importante del desarrolló de la escena y la construcción de los personajes dispuestos a ser traídos a la vida por el cuerpo, la mente, la voz, y la voluntad del actor, del creador escénico. De esta forma, se debe plantear, dividir decía Stanislavski en unidades el sentido general de la obra, y de tal se seguirá localizar el súper objetivo del personaje y del texto. En cuanto a la fe y sentido de verdad son elementos igualmente esenciales para Stanislavski. La memoria emotiva es el eje rector en este sistema para la representación escénica. El arte teatral, el arte del actor se gesta desde una comunión. Es ya un proceso de adaptación. Existen fuerzas opuestas, internas y motrices, durante esa línea ininterrumpida. Se da entonces el estado interno de la creación, buscando, la meta fija en el súper objetivo. Y el arte desde lo psicológico. Es entonces ese llamado umbral del subconsciente, uno que parte de la práctica constante para en ciertos momentos crear la mística y la magia de la representación. Claro que lo anterior es visto muy pero muy a grosso modo, sólo como un ligero esbozo del gran planteamiento del maestro de origen ruso.
Raúl serrano y las nuevas tesis sobre Stanislavski
Raúl serrano importante director e investigador teatral argentino expone acerca de Stanislavski una forma diversa de abordar el método para el entrenamiento actoral diseñado por éste último. Serrano busca mediante la visión de un segundo Stanislavski, es decir, no ya en la teoría de “la memoria emotiva” sino en las “acciones físicas” la organicidad ideal en el actor. Para Serrano en el arte de la representación, en el teatro mismo, de algún modo existen puestas en escena dignas de asombro, vistas ya en su totalidad, el conjunto de sus elementos, pero que carecen de sustancia actoral; una que tenga una cierta fe y verdad dramáticas. Buscar entonces una real acción dramática: relación dinámica entre el cuerpo de los actores, de esa organicidad tan necesaria en el arte teatral, es un punto al cual se puede aspirar, menciona Serrano. Y es que la interacción en el teatro es crucial, la escucha es imprescindible, el teatro es grupal, y desde ese momento de socialización debe existir un juego en equipo; desde la disposición del actor. Así para Serrano el arte de actuar consiste en vincular el mundo interno y los factores del exterior. Desde tal óptica la idea consiste en estructurar: crear un mundo y entender su sentido al momento de ser escenificado. Se busca entones una compresión sobre aquello que se le podría llamar como relaciones, unas necesarias. Y así estructurar el trabajo, desde una verdad, desde un todo, una organicidad y una lógica escénica, eso desde el presente punto de vista. Improvisar, explorar siempre en la acción, no sólo la palabra sino, en la acción, que es la esencia del teatro mismo, la vida: el dinamismo, es parte de la idea que propone el teórico argentino. Se trata de conjugar la vivencia del actor con la construcción propia y la pautas del texto para que así la creación provenga desde del ensayo desde el trabajo asiduo, desde el movimiento y de allí esa parte inconsciente ira surgiendo de manera natural. Poner atención a las acciones físicas para configurar la representación es un punto igualmente esencial. De tal forma que mediante un exploración que busca un rigor científico Serrano interpreta a Stanislavski, buscando así un método, un guía para mostrar herramientas que hagan al actor encontrar una forma de interpretación digna de ser considerada artística, o sea, producto de estudio, dedicación, técnica y esa mágica que surge cuando todo lo demás se encuentra presente.
A modo de conclusión
Interpretar, tanto en sentido literal y figurado, es parte de la vida misma. Cierto que la mejor analogía, una de las mejores analogías, es la ya existente de forma inmemorial; la del teatro y la vida, mostrar su estrecha relación, un espejo donde el alma se desvela y muestra la naturaleza: el hombre desnudo tal cual es, sin construcciones contingentes. En esa mezcla de efemeridad y esencialidad que es el drama, y en general las disciplinas artísticas son, resultan ser, panacea para los males humanos, pues, ¿qué otra cosa puede aliviar el afán de, el llamado interno del hombre sino su creatividad? La más natural y espontánea forma de aspiración a la trasformación, alimento para la cosas del mundo, para el estar por y en el mundo. Así, con esa visión del arte como una disciplina que puede estudiarse con rigor científico, con “seriedad académica” Serrano dirige en función de un entender óptimo, esa voz del pasado que significa la figura de Stanislavski y se genera entonces un estudio que nace para representar de forma orgánica, para buscar lo que el mismo Stanislavski llamó en alguna ocasión; localizar, ya, ese momento donde la actuación es un arte.
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