El arte total, su concepción, posibilidad y realidad forman parte de una dinámica, y de una empresa que de igual modo engloba diversos intereses y funciones, por lo menos tal conjunto de puntos desde la perspectiva wagneriana. Como todo momento artístico, centrífuga y centripedamente, sus lineamientos, los de la obra wagneriana, estuvieron supeditados en gran medida a un momento histórico a ciertas necesidades y circunstancias de su tiempo, y de un lugar en específico: Alemania. Y es que la misma historia, nos ha mostrado como las aspiraciones de los individuos, en este caso de los artistas, juegan, luchan o van acorde a los movimientos de su tiempo, resultado de que el arte se muestre como una dialéctica entre los movimientos internos y externos, los del individuo y los de la sociedad. El arte es de primera instancia un hecho humano, por ende social, independientemente de los resultados o intenciones que se le puedan proyectar posteriormente, de antemano, como fenómeno el arte es un hecho social preponderantemente. Con tales esbozos que sirven para contextualizar la creación de Wagner, su carácter y sentido, puede uno, adentrase más expresamente al marco histórico del sitio donde se proyectó la obra del insigne alemán de primera instancia. Entonces hay que considerar aunque sea a la brevedad la situación de Alemania en los tiempos de Wagner. El país teutón tuvo grandes movimientos en los últimos quinientos años; desde la separación de la iglesia romana, creando el protestantismo, hasta muchos otros, conglomerándolos, en grandes momentos como: la ilustración, el romanticismo, y el nacionalismo alemán; creando así la idea y la realidad de un sólo estado, la unificación de Alemania y con ello el espíritu de todo un pueblo. Si bien no todos los movimientos mencionados tuvieron origen en Alemania, si se puede tomar en cuenta que casi toda Europa participó de esos movimientos, y de sus consecuencias. Alemania es la cuna del filosofofar académico y del idealismo moderno. No sólo eso, sino que también lo es también de algunos teóricos de orden expresamente social, que decir de Marx y de la antitesis del pensamiento hegeliano. Todo ese contexto enmarca por mucho la caracterología del alemán: una cierta exaltación del espíritu por sobre las cosas del mundo con una fuerte carga de compresión racional. Lo dicho anteriormente muy a grosso modo. Así, Alemania es un punto medular para el pensamiento de occidente y su dinámica en los últimos doscientos años, por lo menos para el continente europeo, directa e indirectamente. Tal marco histórico señala un contexto para la comprensión precisa del la obra wagneriana, desde un pasado plagado de mitos, de culturas antiguas, un presente que en su tiempo significo un replantearse cuestiones cimentadas, y un futuro que en ese tiempo se miraba como un cambio y andar desde el hombre y para el hombre, en el caso de Wagner desde y para el arte, con el poder del hecho artístico.
Se sabe, que el gran planeamiento alemán fue el redescubrimiento de los griegos, de la cultura dorada de la Grecia antigua, sus artes y filosofía. Y se habla de re-descubrimiento, porque ya los renacentistas en Florencia, habían rescatado del desinterés medieval muchas y sendas obras de origen griego y de saber invaluable para el conocimiento humano. En el caso de Wagner su atención estuvo marcada en gran medida por buscar la unificación de disciplinas artísticas para encarnar ese tipo de representación de estilo griego que tenia un vínculo estrecho con la sociedad toda, era un arte del deleite y de utilidad social, unificaba al pueblo, y elevaba al espíritu, tenia un sentido estético y moral, unitario y multidisciplinario. La genialidad de Wagner era tanto teórica como practica: de idear y de obrar. Pero es que el pensamiento wagneriano se encontraba unido estrechamente con la filosofía de su tiempo, y eso literalmente hablando. Así, se puede decir que la amistad que mantuvo con Nietzsche marcó su obra, la llenó de un acentuado vitalismo y de una exaltación por la cultura occidental, de un replantemanito de lo Dionisiaco por sobre lo Apolíneo. La idea de mover el espíritu, mediante la música, proviene de un referente filosófico cercano a Wargner, del mismo mentor de Nietzsche: de Schopenhauer, quien exponía que la música era el arte más puro y más cercano a la verdad, lo era porque la música, el sonido, se acercaba más a la voluntad, a esa fuerza irracional, que según Schopenhauer fungía como la esencia del mundo. El arte era entonces una manera simultánea a la renuncia, para llegar a la esencia de la realidad, es decir, vencer lo fenoménico.
De tal forma que se le conoce a Wagner más como compositor que como cualquier otra cosa. Se puede decir, siguiendo lo anterior, que la visión de este genio alemán era la de un ingeniero de la escena, pero tal vez el arte era un pretexto para hacer llegar al espectador un contenido de un orden superior al mero espectáculo. Parece que para Wagner, en efecto, el arte era medio y fin en sí mismo: arte total, como suma de distintas técnicas y disciplinas, y un medio de transformación en el hombre; en el que contempla la representación, porque al igual que en los griegos, el arte se concebía como medio de provocación, porque se le quiera o no, el arte siempre va a tocar de algún modo tanto a la pasión como a la razón, porque el arte es expresión de la naturaleza humana y esa naturaleza es unitaria, y tendiente a la expresividad y a la recepción de la interacción con las cosas del mundo. Wagner vio que las disciplinas, en conjunto eran más útiles para dar vida a un mecanismo, a un vehiculo, de transformación de trasmisión de ideas y emociones que llegaban al espectador, a los hombres. Significa un partir de lo propio del hombre, para llegar a tocar las fibras igualmente naturales del ser humano en pro de la actualización de potencialidades, de la expresividad, de la realización humana, que significa la obra de carácter artístico de su creación, ejecución y contemplación.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez
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