LA PARÁBOLA DE LESSING
Acerca del poema dramático Natán el sabio de Gotthold Epharaim Lessing
Lessing aborda esencialmente en su poema dramático Natán el sabio la cuestión de la interpretación religiosa. El acto de fe en la acción y en la posibilidad que implican el vivir, es decir, la esperanza entre la desesperación y la elección en la vida misma, en el drama: en la acción pura. La verdad del drama, dentro del drama de sus personajes, o sea, en su sentido ya no tanto litúrgico, ya no digamos tampoco religioso, será más a precisión racional y espiritual, la motivación base para la construcción de su poema dramático, desde la expresión de la acción, y la vida: ese hilo conductor, o eje rector que significa el hombre ante sí mismo, que se mira y es mirado, que se piensa y es pensado, el reflejo desde la pasividad a la acción, desde la razón, hacia la fe; tesis, antitesis y síntesis de las anteriores. Ya que siendo de culturas distintas, de creencias diversas, cada uno de los personajes de la historia se da cuenta de que los une un lazo primordial. Es el hilo de Ariadna ante lo caótico que representan en ocasiones los datos de la experiencia sensible, en el vaivén de la vida. Crear y creer, premisas permeadas de filosofía y teología en la obra de Lessing, de arte y de ciencia porque la ciencia tiene fe, y la religión, o ya la espiritualidad es una investigación neta de uno mismo ante las circunstancias de la experiencia del vivir, ante la posibilidad de ser en el mundo y en el flujo del tiempo. También entra en cierto aspecto dentro de la parábola que esboza el literato alemán, en tal texto, aquella visión Kantiana de lo ético, el deber-ser como la aspiración más elevada que habita en el hombre, aquel imperativo categórico, un conjunto de razonamientos aunados a lo ideal. De tal forma que con la ejemplificación de tres religiones monoteístas que comparten una esencialidad Lessing busca la universalidad del canto religioso. Así, el arte del drama, se entiende como la parábola de la vida, el acto de la fe, del vínculo entre el hombre y trasformación elemental y sus decisiones, es decir, el desarrollo de la naturaleza, la interpretación del mundo, y el proceso elemental de la vida, el desarrollo humano, la conciencia de ser.
Lo anterior es en algún sentido imprescidindible en el ser humano, en tanto que racional y perfectible se cuestiona continuamente su propia existencia. Dios y el hombre, resultan, pues, tópicos comunes, sí, pero no por eso carentes de importancia, y menos en la actualidad. La pluralidad en la elección religiosa manifiesta desde la cultura es muestra de la riqueza del espíritu humano. Así, la diversificación religiosa muestra como la capacidad volitiva y el arbitrio humano, son parte medular para ejemplificar como la parábola que muestra Lessing en su poema dramático dibuja la realidad y la posibilidad, desde la interpretación del mundo y de lo que se encuentra en el orden espiritual, desde lo propiamente humano. Tal parábola que utiliza en su texto Lessing menciona: que de un antiguo anillo que pasó de generación en generación, luego llegó a un hombre que tenía tres hijos, y él quería que el anillo pasara a los tres, así que realizó tres copias idénticas y las repartió a cada uno de los hijos respectivamente. Sin saber cuál era la original. Las tres provenían de la misma fuente. En ese sentido, el carácter religiosos del drama, es expreso en el sentido de la compresión de lo que hace que los hombres sean iguales de forma inevitable: la esencia humana. Y de representar los valores propios según el panorama axiológico impuesto por el propio individuo. De igual modo la parábola que Lessing muestra en Natán el sabio enmarca la esencialidad de la religión sin noción privativa, por lo menos eso muestra el poeta alemán en su célebre texto. La religión que en su acepción etimológica significa religa-re, relegación con lo divino, es entonces parte habitual de la vida humana, pero también una noción continuamente resignificada. Pero también para el poeta alemán lo divino esta aunado a un proceso de reconocimiento individual, o sea, a un mejoramiento mediante la esperanza y la razón, en algún sentido es también el llamado, el vislumbrar incesante; la filosofía de la interiorización y de la proyección de esa interiorización de los contenidos de la mente y del espíritu.
Lo anterior es en algún sentido imprescidindible en el ser humano, en tanto que racional y perfectible se cuestiona continuamente su propia existencia. Dios y el hombre, resultan, pues, tópicos comunes, sí, pero no por eso carentes de importancia, y menos en la actualidad. La pluralidad en la elección religiosa manifiesta desde la cultura es muestra de la riqueza del espíritu humano. Así, la diversificación religiosa muestra como la capacidad volitiva y el arbitrio humano, son parte medular para ejemplificar como la parábola que muestra Lessing en su poema dramático dibuja la realidad y la posibilidad, desde la interpretación del mundo y de lo que se encuentra en el orden espiritual, desde lo propiamente humano. Tal parábola que utiliza en su texto Lessing menciona: que de un antiguo anillo que pasó de generación en generación, luego llegó a un hombre que tenía tres hijos, y él quería que el anillo pasara a los tres, así que realizó tres copias idénticas y las repartió a cada uno de los hijos respectivamente. Sin saber cuál era la original. Las tres provenían de la misma fuente. En ese sentido, el carácter religiosos del drama, es expreso en el sentido de la compresión de lo que hace que los hombres sean iguales de forma inevitable: la esencia humana. Y de representar los valores propios según el panorama axiológico impuesto por el propio individuo. De igual modo la parábola que Lessing muestra en Natán el sabio enmarca la esencialidad de la religión sin noción privativa, por lo menos eso muestra el poeta alemán en su célebre texto. La religión que en su acepción etimológica significa religa-re, relegación con lo divino, es entonces parte habitual de la vida humana, pero también una noción continuamente resignificada. Pero también para el poeta alemán lo divino esta aunado a un proceso de reconocimiento individual, o sea, a un mejoramiento mediante la esperanza y la razón, en algún sentido es también el llamado, el vislumbrar incesante; la filosofía de la interiorización y de la proyección de esa interiorización de los contenidos de la mente y del espíritu.
Roberto Tarratz
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