Τετάρτη 15 Ιουνίου 2011

EN REFERENCIA A LAS DISTANCIAS DEL HOMBRE

El tema de las distancias en el ser humano pueden entenderse desde distintos aspectos, y dos de tales parámetros se comprenden en esencia desde la perspectiva personal y social, es decir, desde lo individual y lo colectivo. Así desde la unidad y la otredad que conforman la esfera de la vida humana, se genera la inevitable dinámica de la comunicación, interacción y expresividad del ser racional y sensible, cargado de capacidad volitiva y de reflexión profunda por naturaleza. El hombre en tanto que es perfectible, va por el camino de la experiencia percibiendo tales distancias y generando desde su psique, configurando su propio sentido de significación y de referencia con respecto a sí mismo y al mundo. De tal modo que una de la formas de expresión humana que navega por el espacio, es el sonido, y en el caso que nos atañe, se entiende tal punto desde la voz, la voz humana, como una manera de emitir un forma expresiva a través de una distancia con respecto al propio cuerpo. La relación entre la voz y la distancia, la proyección misma, crea, pues la nítida o clara forma de interacción entre el pensamiento y la emisión de la voz, la gama de su manifestación. Las maneras de interacción comunicativa se muestran en sendos aspectos como: la forma intima, personal, social y pública.
La cultura tanto material como espiritual, en cuanto a bienes culturales netos genera diversos canales de comunicación creando así otras tantas distancias. Las distancias son pues naturales y contingentes en la vida humana. De esta manera se ve que la mente, ya en el campo de la psicología influye en el uso de la voz al ser emitida ante el oyente. Pues el fenómeno de la voz, es un factor psico-fisiológico-complejo, relacionado con la sensación, el sentimiento y la consciencia. Así, el uso de la voz en el plano artístico, comprende tanto un reconocimiento de lo natural como el estudio de una técnica o método especifico para su desarrollo y mejoramiento. El hombre como ser esencial y corpóreo, se configura con fronteras que empiezan en un sentido de perspectivas; donde acaba la epidermis, es pues cuestión epistemológica, de percepción y naturaleza. De tal modo que el desarrollo de la voz, entonces implica la adquisición de un método, ligado a la educación holística del hombre.


Roberto Tarratz

LA PARÁBOLA DE LESSING





LA PARÁBOLA DE LESSING
Acerca del poema dramático Natán el sabio de Gotthold Epharaim Lessing







Lessing aborda esencialmente en su poema dramático Natán el sabio la cuestión de la interpretación religiosa. El acto de fe en la acción y en la posibilidad que implican el vivir, es decir, la esperanza entre la desesperación y la elección en la vida misma, en el drama: en la acción pura. La verdad del drama, dentro del drama de sus personajes, o sea, en su sentido ya no tanto litúrgico, ya no digamos tampoco religioso, será más a precisión racional y espiritual, la motivación base para la construcción de su poema dramático, desde la expresión de la acción, y la vida: ese hilo conductor, o eje rector que significa el hombre ante sí mismo, que se mira y es mirado, que se piensa y es pensado, el reflejo desde la pasividad a la acción, desde la razón, hacia la fe; tesis, antitesis y síntesis de las anteriores. Ya que siendo de culturas distintas, de creencias diversas, cada uno de los personajes de la historia se da cuenta de que los une un lazo primordial. Es el hilo de Ariadna ante lo caótico que representan en ocasiones los datos de la experiencia sensible, en el vaivén de la vida. Crear y creer, premisas permeadas de filosofía y teología en la obra de Lessing, de arte y de ciencia porque la ciencia tiene fe, y la religión, o ya la espiritualidad es una investigación neta de uno mismo ante las circunstancias de la experiencia del vivir, ante la posibilidad de ser en el mundo y en el flujo del tiempo. También entra en cierto aspecto dentro de la parábola que esboza el literato alemán, en tal texto, aquella visión Kantiana de lo ético, el deber-ser como la aspiración más elevada que habita en el hombre, aquel imperativo categórico, un conjunto de razonamientos aunados a lo ideal. De tal forma que con la ejemplificación de tres religiones monoteístas que comparten una esencialidad Lessing busca la universalidad del canto religioso. Así, el arte del drama, se entiende como la parábola de la vida, el acto de la fe, del vínculo entre el hombre y trasformación elemental y sus decisiones, es decir, el desarrollo de la naturaleza, la interpretación del mundo, y el proceso elemental de la vida, el desarrollo humano, la conciencia de ser.
Lo anterior es en algún sentido imprescidindible en el ser humano, en tanto que racional y perfectible se cuestiona continuamente su propia existencia. Dios y el hombre, resultan, pues, tópicos comunes, sí, pero no por eso carentes de importancia, y menos en la actualidad. La pluralidad en la elección religiosa manifiesta desde la cultura es muestra de la riqueza del espíritu humano. Así, la diversificación religiosa muestra como la capacidad volitiva y el arbitrio humano, son parte medular para ejemplificar como la parábola que muestra Lessing en su poema dramático dibuja la realidad y la posibilidad, desde la interpretación del mundo y de lo que se encuentra en el orden espiritual, desde lo propiamente humano. Tal parábola que utiliza en su texto Lessing menciona: que de un antiguo anillo que pasó de generación en generación, luego llegó a un hombre que tenía tres hijos, y él quería que el anillo pasara a los tres, así que realizó tres copias idénticas y las repartió a cada uno de los hijos respectivamente. Sin saber cuál era la original. Las tres provenían de la misma fuente. En ese sentido, el carácter religiosos del drama, es expreso en el sentido de la compresión de lo que hace que los hombres sean iguales de forma inevitable: la esencia humana. Y de representar los valores propios según el panorama axiológico impuesto por el propio individuo. De igual modo la parábola que Lessing muestra en Natán el sabio enmarca la esencialidad de la religión sin noción privativa, por lo menos eso muestra el poeta alemán en su célebre texto. La religión que en su acepción etimológica significa religa-re, relegación con lo divino, es entonces parte habitual de la vida humana, pero también una noción continuamente resignificada. Pero también para el poeta alemán lo divino esta aunado a un proceso de reconocimiento individual, o sea, a un mejoramiento mediante la esperanza y la razón, en algún sentido es también el llamado, el vislumbrar incesante; la filosofía de la interiorización y de la proyección de esa interiorización de los contenidos de la mente y del espíritu.




Roberto Tarratz