El teatro puede ser abordado desde distintas ópticas, una de esas tantas formas, es aquella que lo entiende como fenómeno, como producto social y dentro de la sociedad misma, como hecho humano. Se le puede mirar de igual modo a partir de procesos, periodos, pero sobre todo desde maneras o poéticas, generales y especificas. Desde tal panorama histórico, poético y fenoménico el teatro nos muestra la vida, la vida del hombre: de sus conflictos, es decir, del drama: acción, del juego entre lo protagónico con lo antagónico. El teatro es vida, desde que se lleva a escena el escrito, el drama, la acción misma, desde que su material de trabajo en esencia son las situaciones humanas, el fenómeno del hombre, el teatro es vida. Lo anterior se entiende desde la representación y además como forma, modo de llevar a cabo una actividad en específico, es decir desde lo general hasta lo particular. De tal modo que lo escénico puede ser abordado desde planos diversos: dependiendo del contexto y el momento en cuestión. Esencialmente el arte va ligado al proceso histórico de las culturas, si se toma en cuenta que el arte es un bien cultural, y que el proceso histórico puede de igual manera ser entendido desde un plano historicista o meramente nominal, el arte es un hecho humano, palpable y claramente distinguible en sí mismo, en sus precedentes y sus efectos. En el caso del teatro eso es claro, desde su concepción teórica hasta su praxis neta, real.
Desde las nociones aristotélicas la teoría dramática tuvo una gestación canónica, como buena tradición y funcionalidad de la ciencia occidental, el carácter sistemático presente en Aristóteles, proyecta la cúspide de un gran corpus que recorrió varios siglos, y justo después de la edad media el teatro adquirió una nueva forma de interpretación, literal y figuradamente. Una vez que se modifican las ideas surge el hecho, pues desde una base estable se generan cambios más precisos, exactos. De tal manera que el proceso de modificación de la concepción acerca de la elaboración del drama, tuvo modificaciones dependiendo de los momentos y circunstancias que acaecieron en Europa. Si bien ya los latinos, habían puesto de su cosecha no fue sino hasta el siglo de oro español cuando se comenzó a romper el canon aristotélico en cuanto a la concepción y diseño de lo teatral, de la representación. Desde ese gran paso del teatro europeo que se generó desde los cambios del renacimiento, hasta el romanticismo y el paso de los grandes movimientos ideológicos europeos al contiene americano, se detecta un teatro más de identidad, un discurso teatral que busca mostrar la verdad.
Así el teatro como disciplina artística es en esencia multidisciplinaria y comparte con esas diversas disciplinas sendas funciones, y es que ya sea que intente educar, entretener o informar, el arte, el teatro, comunica y vincula al ser humano. Para Dubatti el teatro hace que el hombre estreche lazos unitarios. El arte teatral es ya en su conjunto, un modo de resistencia y un vehiculo para la inteligencia, para poner en práctica aquello que nos hace hombres. Si bien para los neokantianos, movimiento importante para la cultura occidental de mediados del siglo pasado, el hombre es en esencial no ya una animal social o político, sino simbólico, en los símbolos, lenguaje del inconciente, y alimento para el arte, está el otro paso de esa relación del mundo onírico y creativo del hombre con las estructuras, lógicas formales y discursivas que dan vida y sustentan la gran dinámica que construye a la sociedad de occidente. Y es que el arte es un factor para estimular la imaginación y la inteligencia, se nutre de los símbolos y a ellos regresa.
Así, Con sus edificios de funcionamiento, construidos en menos de un siglo, la era de la comunicación global hace todo inmediato, y evita pensar, evita reflexionar, por lo menos a la mayoría de los individuos. Con ello la idea de la aldea global de Marshall Mcluhan cobra importancia relevante hoy día. Precisamente Mcluhan distinguía entre medios fríos y calientes, cada uno de estos hacia menos o más partícipe del contenido al espectador. Esa cuestión epistemológica y cognitiva es sumamente importante, porque el teatro tiene mucho de interacción con el espectador, crea una relación directa de algún modo con tal espectador, en el acto de la contemplación escénica. Con lo anterior se expone que el arte teatral desde todas las áreas que lo conforman, tiene una tarea y función elemental , desde sus orígenes, o sea desde que existen el hombre, una tarea que conjuga algunos factores imprescindibles en el hombre, y que responder a : expresar, relacionar en sociedad, crear un vinculo comunitaria, evocar, plantear, mostrar en narración y en metáfora a la vida, pero sobre todo ser espejo de la vida misma, y un modo de transformación de la realidad y del ser humano.
Roberto Fernando Tarratz Rodríguez